TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Nadie
se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo,
hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este
mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: Él prende a los sabios en
la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los
sabios, que son vanos” 1
Corintios 3. 18 – 20
De
acuerdo a esta palabra, la sabiduría de la humanidad es necia para Dios, pues
muchos creen entender y explicar a Dios fuera de su Palabra y solo se han
quedado en suposiciones y teorías. La Biblia dice “Mas a Dios gracias, el cual
nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros
manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”, (2 Corintios 2. 14).
Pablo
habla de un olor que no se percibe con el olfato natural, es el olor del
conocimiento de Dios y da gracias porque siempre nos lleva en triunfo en Cristo
Jesús.
Ahora,
podemos ver que el estado de triunfo espiritual es sobre las tentaciones, las
angustias y las decepciones y esto manifestará en mí el olor de su
conocimiento. El estado de derrota, soledad, amargura y pecado producirá un
olor de muerte, porque la paga del pecado es muerte.
Las
preguntas son: ¿Cuánto conozco de Jesús?, ¿cuánto conozco de su triunfo en la
cruz que afecta profundamente mi diario vivir?, ¿estoy dando ya el olor de su
conocimiento?
Cuando
Pablo les dice a los corintios que no se engañen, quiere ayudarles a que no
cometan el error de basar sus vidas en la sabiduría humana, la cual les fallará
en algún momento. Les aconseja hacerse sencillos, que se den cuenta de su
propia falta de conocimiento, y así disponerse a recibir la sabiduría que Dios
les quiere dar.
Pablo
repite esto una y otra vez: “Porque la sabiduría de este mundo es necedad para
con Dios”, (1 Corintios 3.19). Si miramos la ciencia y la sabiduría del
mundo, cuánto ha avanzado, pero aún tiene limitaciones, y solo podrá ser un
pequeño toque al lado de la magnífica creación de Dios.
La
verdadera sabiduría sólo proviene de lo alto, del Padre Celestial, pues su
Palabra dice: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el
conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. (Proverbios 9.10).
Dios
les bendiga abundantemente.
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