TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Yo soy Jehová, y ninguno
más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para
que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más
que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas,
que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.”
Isaías 45. 5 – 7
Muchas veces, no
entendemos por qué pasan cosas malas.
Aun así, Dios tiene un propósito para todo lo que hace o permite. Nuestra fe
debe basarse en lo que dice la Biblia que el Señor es soberano (Salmo
22.28). Él tiene el control absoluto de este universo, del clima natural y
político de esta tierra, y de nuestras vidas.
Cuando estamos en medio de
una prueba, es difícil resistirse a clamar: «Señor, ¿por qué está sucediendo
esto?» Algunas veces tenemos la respuesta, y otras veces no.
De lo que sí podemos estar
seguros es que nada sucede por casualidad o accidente. Él tiene un propósito,
aun para nuestras experiencias más dolorosas. Además, tenemos esta promesa del
Señor: «A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien» (Romanos
8.28).
Es muy difícil, por no decir
imposible, ver con antelación cómo utilizará el Señor el mal o el daño para
nuestro beneficio.
Nuestra limitada perspectiva
humana no nos permite captar su plan superior. Pero podemos asegurar la verdad
de esa promesa bíblica, porque la buena obra del Padre celestial se hace
visible en nuestras dificultades y deficiencias. Cuantos hemos experimentado
cómo Él ha convertido nuestro lamento en alegría, y como también hemos
cosechado abundantes bendiciones y beneficios de nuestras horas más oscuras.
Debemos aceptar que lo que
hace Dios no siempre parece tener sentido. Isaías enseña que sus caminos y sus
pensamientos, son más altos que los nuestros (Isaías 55.9). Pero podemos
confiar en que Dios tiene el control, no importa cuán alocado parezca nuestro
mundo.
Dios les bendiga
abundantemente.
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