viernes, 22 de mayo de 2020

Tiempo... Mateo 12. 34 - 35



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro de su corazón; el hombre malo saca cosas malas de su mal tesoro”. (Mateo 12.34 - 35).


Así como las palabras no funcionan sin fe, la fe sin palabras, tampoco funciona. Ambas son necesarias para activar la ley de la fe.
Hay muchos creyentes que ignoran ese principio. Siempre hablan palabras de duda e incredulidad. Luego, un día se les ocurre levantarse y declarar algunas palabras de fe, y esperan mover montañas. Sin embargo, para su sorpresa, las montañas no se mueven.
¿Por qué no se mueven?
Porque Mateo 12.34-35 dice que son aquellas palabras que vienen del corazón las que producen resultados.
¿Eso quiere decir que no deberías hablar palabras de fe hasta que no estés seguro de que tiene la fe para respaldarlas?
¡No! Hablar palabras de fe es un buen ejercicio espiritual. Por ejemplo: si queremos recibir sanidad, sujetemos la mente y la boca a la Palabra de Dios en lo que concierne a la salud. En lugar de hablar de lo mal que nos sentimos, repitamos lo que dice Isaías 53.5: «Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados».
Si continuamos meditando en esas palabras, empezaremos a ir cada vez más profundo. Echarán raíz en nuestro corazón y empezaran a crecer. Eventualmente, estaremos hablando de la abundancia de tu corazón.
Y cuando eso suceda, no importará cómo luzcan las circunstancias. Porque sabremos que recibiremos lo que hemos estado creyendo. Habremos cruzado la línea de la esperanza a la fe, ¡y veremos las montañas moverse!
Dios les bendiga abundantemente.

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