martes, 19 de mayo de 2020

Tiempo... Ezequiel 17. 22 - 24



TIEMPO DE REFLEXIÓN
El renuevo del alto cedro.

“Así ha dicho Jehová el Señor: Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y sublime. En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas, y dará fruto, y se hará magnífico cedro; y habitarán debajo de él todas las aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán. Y sabrán todos los árboles del campo que yo Jehová abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo Jehová lo he dicho, y lo haré” (Ezequiel 17.22 - 24).


Pensemos un momento en lo más hermoso que hayamos visto en nuestra vida, un lugar, una persona, un animal. Ahora imaginemos como el Reino de Dios podría ser. ¿Qué podemos ver? ¿Es más hermoso que aquello que pensamos? ¿Es un lugar de paz y tranquilidad, un lugar de recuentro? ¿Un lugar de comunión fraternal con todos los hermanos?
El profeta Ezequiel nos da una imagen muy representativa de como el Reino de Dios podría ser. En la escritura de hoy encontramos ese Reino, representado en  un gran árbol que crece en la cima de una montaña. Un árbol sublime que da frutos. Probablemente la descripción más hermosa se encuentre aquí: “debajo de él todas las aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán”
Esta es la representación viva del Reino de Dios a la luz de su palabra. Un lugar de sosiego y regocijo en donde todos como hijos del Señor nos encontramos en fraterna comunión y somos aceptados sin miramientos, sin excepción. En ese grandioso lugar, la única oportunidad es la de encontrar cobijo en las manos de Dios y disfrutar de su eterno amor y misericordia.
Todos los Hijos de Dios, unidos como hermanos en su Reino, es la imagen más preciosa que podemos imaginar.
Dios les bendiga abundantemente.

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