UN MOMENTO CON DIOS
Nuestra seguridad es Dios
“Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, La cual quita la vida de sus poseedores”. (Proverbios 1. 19)
La mayoría de la gente
preferiría tener una buena posición económica. Y No hay nada malo en ello,
siempre que no basemos nuestra seguridad en el dinero y éste no se convierta en
el factor de control de nuestras vidas. Como dijo Jesús: “Nadie puede servir a
dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro. . . No podéis servir a
Dios y a la riqueza” (Mateo 6. 24)
La codicia se basa a menudo en
la emoción del miedo: el miedo a no tener lo suficiente o a perderse algo
importante. Por ejemplo, si de niños hemos pasado por épocas en las que no
había dinero suficiente para comprar lo necesario o nos enfrentábamos a
momentos de privación, puede que tengamos arraigado el miedo a pasar hambre que
nos impulsa a ello. Así que intentamos protegernos consiguiendo posesiones, que
creemos que nos protegerán de la inanición. Pero a medida que envejecemos,
nuestra motivación suele pasar de satisfacer las necesidades básicas a amasar
bienes materiales para satisfacer nuestros deseos de significado y logro, las
ansias más profundas de nuestra alma. La riqueza que adquirimos se convierte en
nuestra seguridad, identidad y objetivo en la vida. Antes de que nos demos
cuenta, nuestras vidas se definen por la codicia y están vacías del significado
que Dios tiene para nosotros. El miedo a pasar hambre sigue ahí, enterrado muy
por debajo de las capas destructivas de nuestras defensas, impulsándonos
continuamente en la dirección equivocada.
Por eso 1 Timoteo 6. 10 nos
dice: “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” Sólo
el Salvador puede satisfacer esas necesidades más profundas. Así que miremos
hacia Él para que nos satisfaga y experimentemos una vida mucho mejor de la que
el dinero podría comprar jamás.
Dios les bendiga
abundantemente.
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