UN MOMENTO CON DIOS
Resistir la tentación
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. (Mateo 26. 41)
Que grande revelación, que
Jesús relata en tan poderosas palabras, nada más y nada menos que la lucha
entre la voluntad humana convertida que quiere seguir al Señor y honrarle y la
vieja naturaleza, que por el contrario quiere honrar al mundo y al mismo
servirle. La voluntad de los discípulos era solidarizarse con Jesús, tanto así
que momentos antes, todos habían jurado que estaban dispuestos a ir a la muerte
por él (26. 33 - 35). Sin embargo, Jesús sabía que esto no sería suficiente.
Y es que el ser humano
necesita una fuerza mayor. No tiene suficiente fuerza ni voluntad en su interior
o por sí mismo, aun cuando se considere apto y dispuesto, para resistir la
tentación. Por eso necesita de la oración, el medio por el que permanece
conectado al Señor. Pablo habló de su lucha personal entre su voluntad y la
voluntad de la carne (Romanos 7.15 - 25). La advertencia de estar alerta se
repite en todo el nuevo testamento (1 Corintios 16. 13; 1 Tesalonicenses 5. 6;
1 Pedro 5. 8) y se relaciona amplia y extensamente con la oración (Efesios 6. 18;
Colosenses 4:2; 1 Pedro 4. 7)
A diferencia de las batallas
físicas, la guerra espiritual depende mucho más del tiempo “quieto”, en postura
de rendición, arrodillado en oración, como exhortó Jesús a sus discípulos (Mateo
26. 41). No ganaremos “luchando”, sino pidiendo y orando a Dios que luche por
nosotros. Cada uno tiene su modesto papel en la guerra espiritual contra los
deseos del enemigo, de someternos a la carne. Sin embargo, ni siquiera
avanzaremos el 1% de un paso, que no sea sino por la fuerza de Dios actuando en
nosotros.
Por ello, acudamos al Señor de
los Ejércitos, el Todopoderoso, el Vencedor, el Alfa y la Omega, que determina
el principio y el fin de todas las cosas. Busquemos nuestra fuerza en Él. Nos
bastará con todo lo que tengamos, si vamos de Su mano.
Dios les bendiga
abundantemente.
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