CADA
DÍA CON DIOS
El
Secreto de la Bendición
Todos los seres humanos deseamos vivir bien, sea en lo mucho o en lo poco, el pobre dentro de su pobreza quiere vivir bien y el rico o millonario dentro de su abundancia quiere vivir bien.
A
esto en lo secular le podríamos llamar prosperidad, en el mundo espiritual lo
conocemos como vivir en bendición.
Dios
quiere que todos vivamos bien seamos sus seguidores o no lo seamos ya
que él es misericordioso.
Vivir
en bendición es mucho más que tan solo tenerlo todo o tener lo
suficiente.
Ser
bendecido es vivir muy bien en cualquier situación de nuestra
vida.
El
Apóstol Pablo vivía en bendición es decir disfrutaba el vivir en
abundancia o en escases. Filipenses 4. 12 “Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para
tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.”
Esto
no significa vivir en resignación, esto quiere decir que ser bendecido nos da
la capacidad de disfrutar lo que tenemos mientras nos esforzamos por
conseguir algo mejor.
Pablo
a pesar de estar encerrado en una cárcel, se consideraba bendito con
toda bendición. Efesios 1. 3 “Bendito sea el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales en Cristo,”
Estaba
preso al igual que todos, pero el ser bendito le permitía vivir en mejores
condiciones que los demás, él se daba el lujo de tener personas que
lo sirvieran dentro de la cárcel.
1. Tenemos
que aprender a dar de lo que tenemos. Deuteronomio 24. 19 “Cuando
siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás
para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para
que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos.” El dicho popular
dice: manos que se abren para dar, manos que se abren para recibir.
2. Debemos
pensar siempre en el bienestar de los demás. Deuteronomio 24. 20 “Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás
las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el
huérfano y para la viuda.” Nosotros estamos bien a medida que los demás están
bien.
3. Nuestra
generosidad debe ser una forma de vida en nosotros. Deuteronomio 24. 21 “Cuando
vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el
huérfano y para la viuda.” La generosidad debe salir de nuestro corazón, no se
debe dar por interés.
4. Debemos
ser justos con quienes trabajan para nosotros sea en lo espiritual o en lo
secular. Las bendiciones que damos se nos devuelven multiplicadas. Deuteronomio
24. 15 “En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues
es pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y
sea en ti pecado.”
Jesucristo
dice que el obrero es digno de su salario. 1 Timoteo 5. 18 “Porque la
Escritura dice: No pondrás bozal al buey cuando trilla, y: El obrero es
digno de su salario.” No solo debemos reconocer el trabajo de los
demás con palabras, también es necesario hacerlo con hechos.
Quienes
oran por nuestra prosperidad y nos alimentan espiritualmente también merecen
nuestro reconocimiento económico. Gálatas 6. 6 “Y al que se le enseña
la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña.”
5. Acordarnos
siempre de donde nos saco Dios. Deuteronomio 24. 22 “Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de
Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto.” El acordarnos que Jesucristo
también nos bendice a través de otras personas hace que también bendigamos a
los demás en especial a quienes nos sirven.
El
recordar que no siempre tuvimos lo que hoy tenemos nos hace tener
un corazón humilde y dadivoso.
El
secreto para la bendición está en la generosidad y el saber reconocer el
trabajo de los demás, a esto Jesucristo le llama la ley de la siembra y
la cosecha, de lo que sembramos es lo que cosechamos.
Dios les bendiga abundantemente.
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