“Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6. 6.
Entre
el silencio del amanecer se escuchaba una voz, ya quebrantada por la edad, que
recitaba la siguiente oración: “Padre, muchas gracias por este nuevo día que me
has regalado, por favor provee el pan para hoy, en mi mesa.” Era la voz de
Noemí, una anciana de 89 años, que se levantaba a orar todas las mañanas a primera
hora.
La
vida de la anciana no era muy fácil, había sufrido la pérdida de su esposo y
por ser estéril nunca pudo tener hijos. La pobreza invadía su humilde hogar y
la principal preocupación de cada día era tener alimento en su mesa.
Un
día en particular su vecino la escuchó orar, muy temprano como de costumbre. Él
era un hombre ateo y pensando en demostrarle a la anciana que no existía un
Dios que la escuchara, tuvo la idea de ir a comprar pan y entregárselo.
Tal
como lo había planeado, tocó a la puerta de la anciana. Ella pronto abrió e
inmediatamente aquel hombre le dijo las siguientes palabras: yo he escuchado
que usted ora pidiendo pan a su Dios, muy de mañana, y ya que él no le responde
yo fui a comprarlo para dárselo.
La
anciana sonriendo le dijo: Sé que Dios me ha respondido, usted ha sido el medio
que él ha usado para que yo tenga pan en mi mesa este día. Aquel hombre
admirado por la respuesta y la fe de aquella anciana, le entregó el pan y se
retiró.
Muchas
veces no vemos más allá de lo que nuestros ojos nos permiten y creemos que lo
que tenemos es producto meramente de nuestro esfuerzo, trabajo o suerte. Pero
debemos aprender a ver con los ojos de la fe. Entonces nos daremos cuenta que
las cosas no llegan por sí solas, hay un Dios que cuida de tu vida y provee lo
necesario para ti y tu familia según la medida de tu fe.
Hay
una frase que dice: El esfuerzo humano más el poder Divino es igual al
éxito. Es claro que las bendiciones no caen literalmente como lluvia. Dios
usa diferentes medios para hacernos llegar sus provisiones, y por supuesto él
hace prosperar el esfuerzo y empeño que ponemos en nuestras labores y es
importante que sepamos reconocer que toda bendición proviene de Dios y debemos
ser agradecidos con él.
Cada
vez que reconocemos y agradecemos a Dios por su ayuda nuestra fe crece y se
fortalece. Eso nos motiva a seguir creyendo, a confiar y depender de nuestro
Padre Celestial.
Como
dice el texto bíblico citado anteriormente, nuestras oraciones sinceras y
secretas con Dios, son recompensadas. Y la gente a nuestro alrededor podrá ver
el fruto de nuestra fe y será para testimonio a aquellos que aún no creen en el
poder de Dios.
Medita
hoy en las bondades que Dios ha depositado en tus manos y no olvides agradecer
y compartir con otros para que esas bendiciones se multipliquen y tu fe se
fortalezca aún más.
Dios les bendiga abundantemente.
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