TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Todo te saldrá bien, si procuras cumplir las leyes y disposiciones que el Señor ordenó”. 1 Crónicas 22. 13
¿Deseamos
tener éxito en la vida? Nuestra respuesta por supuesto, es un rotundo sí.
¿Quién no quiere triunfar?
Muy bien, leamos con sumo cuidado estas
palabras: “Si quieres alcanzar el éxito no lo persigas. Cuanto más lo persigas,
tanto más te esquivará”.
Victor
Frankl, el psiquiatra austriaco que sobrevivió a los horrores de Auschwitz, el
temible campo de concentración nazi, cuenta que cuando escribió el libro que en
español se conoce como El hombre en busca de sentido, no quiso que su nombre
apareciera en el libro. Frankl no quería fama. Solo quería transmitir al lector
el mensaje de que “la vida tiene significado bajo cualquier circunstancia, aún
las más adversas”.
Finalmente
ante la insistencia de sus amigos, accedió colocar su nombre en la portada del
manuscrito. El libro se convirtió en un éxito de librería. Para el momento de
la muerte de Frankl, en 1997, se habían vendido más de diez millones de
ejemplares y se había traducido a veinticuatro idiomas. Por supuesto, con el
éxito vino la fama. Sin embargo, mientras vivió, nunca dejó de advertir: “El
éxito, al igual que la felicidad, no se persigue. Te llegará cuando no te
preocupes por él”.
Hay
sabiduría en estas palabras. Alguien expresó la misma idea de otra manera: “El
éxito es un viaje, no un destino. Y la felicidad se encuentra en el transcurso
del viaje”.
Para
comprobar la veracidad de los estas palabras, basta pensar en los héroes
juveniles de la Biblia: José, Daniel, Ananías, Misael, Azarías, Ester, Timoteo…
¿Cuántos de ellos vivieron obsesionados con el aplauso del mundo? ¡Ninguno!
¿Por qué entonces, llegaron a ser grandes?
El
secreto de su éxito estaba en que además de su esfuerzo humano dependían del poder de Dios en sus vidas y no esperaban
nada a cambio.
No
busquemos el aplauso humano. No esperemos una felicitación por cada trabajo
bien hecho. Hagamos cada día lo mejor que podamos, con la ayuda de Dios y para
su gloria. Entonces el aplauso se oirá en el cielo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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