TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”. 2 Corintios 12. 9.
Se
cuenta de un sembrador que cada mañana acostumbraba buscar agua de un río. Con
él llevaba dos baldes. Uno nuevo, sin defectos. El otro, viejo y lleno de
agujeros. El balde nuevo permitía que el sembrador llevara a su casa toda la
cantidad de agua que recogía. El viejo, en cambio, derramaba la mitad del
contenido a lo largo del camino. Por supuesto, el nuevo sentía que era útil. El
viejo se sentía fracasado.
Un
día, la autoestima del balde viejo alcanzó su punto más bajo. —Mi vida es un
fracaso —dijo al sembrador—. Le pido disculpas por no hacer bien mi trabajo.
—
¿Por qué me pides disculpas? —preguntó asombrado el sembrador.
—
¿No se ha dado usted cuenta? Cuando regresamos del río derramo la mitad del
agua en el trayecto a casa.
En
ese momento, el sembrador, sonriendo gentilmente, llevó al atribulado balde al
río. De regreso, mientras recorrían la ruta acostumbrada, el hombre le pidió
que observara con atención las hermosas flores del camino.
—
¿Te das cuenta de que solo hay flores de este lado del camino? —preguntó el
sembrador.
—Pues,
sí. ¿Pero qué hay de especial en ello?
—Lo
especial es que han crecido gracias al agua que tú derramas cada mañana. Todo
este tiempo yo he sabido de tus huecos. Por eso sembré semillas de distintas
flores solamente de este lado del camino.
Al
compararnos con otras personas, desearíamos poseer algunas de sus virtudes y
hasta sentimos muchas veces envidia de ellas
Dios
no se equivocó al crearnos. Él es muy sabio como para malgastar su tiempo
creando algo inservible. Aun nuestros aparentes «defectos», en manos de Dios,
pueden lograr maravillas. Por lo tanto, pongámonos en sus manos y pidámosle que
haga de nosotros un instrumento útil, listo para lo que venga, capaz de cumplir
cabalmente nuestra misión en esta vida.
A
fin de cuentas, ¿no dice Dios que su poder se perfecciona en la debilidad?
Pidamos
al Señor que use nuestras virtudes y también nuestros
defectos, de un modo que glorifiquen Su nombre.
Dios les bendiga abundantemente.
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