“En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla”. Juan 1. 1 - 5.
La
incredulidad se expresa a través de la negación, el rechazo, la indiferencia,
la irreverencia y el libertinaje. Esto puede darse de manera colectiva en los
movimientos u organizaciones o de manera individual donde cada persona decide
negar o rechazar a Jesús.
Desde
el principio de la era cristiana, han existido personas, movimientos y debates
que han negado o rechazado al Jesús humano o al Jesús divino.
Sí,
porque algunos se ha opuesto a la humanidad de DIOS y otros a la divinidad de
Jesús. Uno de estos movimientos fue el gnosticismo.
En
esta temporada de celebración navideña la incredulidad es expresada abierta
directa o indirectamente, objetiva o subjetivamente, religiosa o paganamente,
cristiana o anticristianamente.
Se
puede cuestionar sobre la fecha, o si la iglesia del primer siglo la celebro o
no, pero no se cuestiona el hecho, todos aceptan que en Belén, nació el niño
Jesús.
La
Biblia enseña que quien nació en el pesebre en la ciudad de Belén, es DIOS
hecho carne. (Juan 1.1 -14).
La
incredulidad es una manipulación ejercida por satanás en contra de la verdad
que Jesús es DIOS.
Ahora
bien, la incredulidad consiste, en negar que el niño que nació en el pesebre es
DIOS, cuando Filipenses 2.5 - 8 dice que es DIOS: “Tengan los mismos
sentimientos de Cristo Jesús, quien, a pesar de su condición divina, no hizo
alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de
esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se
humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz”.
Hay
movimientos falsos que niegan la Deidad de Jesús, aceptan su humanidad más no
su divinidad. También a nivel popular la incredulidad es mayor cuando se
celebra el nacimiento de Jesús, pues aunque lo celebran, no creen en él, no lo
honran, no lo adoran y no lo obedecen. Aparentan religiosidad o una falsa
piedad y luego se dedican al libertinaje. Comienzan con los pretextos sociales,
compromisos familiares y terminan desprestigiando su identidad o al mismo
Jesús. Otros consideran la navidad de manera religiosa al asistir a una iglesia
para contemplar el nacimiento de Jesús pero minutos más tarde dan rienda suelta
a sus deseos carnales.
¿No
es todo esto, incredulidad? Veamos la navidad como la veamos, si rechazamos a
Jesús, aún permanecemos en la incredulidad.
Celebrar
la navidad sin reconocer que el niño que nació en el pesebre, es DIOS, es negar
el verdadero significado de la navidad.
Reconocerlo
es creer en él y obedecerlo viviendo apegado a la Biblia, controlado por el
Espíritu Santo, lleno del amor de DIOS y comprometido con la misión de Jesús.
Es
así que, lo bueno o malo que hagamos mientras vivamos, es igual a negar o
rechazar a Jesús si no lo reconocemos en nuestro corazón. Todo lo que hagamos
para celebrar la navidad, no tiene valor si no está Jesús en el pesebre, pero
solo con el niño en el pesebre, no vale nada, si no se reconoce que quien nació
en el pesebre es DIOS.
La
gran pregunta sería ¿Reconoceremos que Jesús es DIOS o lo negaremos en esta
navidad?
Dios les bendiga abundantemente.
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