TIEMPO
DE REFLEXIÓN
«Hasta aquí nos ha ayudado el Señor». 1 Samuel 7. 12.
El
año 2020, está a pocos días de finalizar, para dar paso a un nuevo año que
traerá con él nuevas metas y desafíos para quienes tengamos el privilegio de la
vida para conquistarlo.
Evidentemente
no ha sido un año fácil, hemos vivido situaciones difíciles, de salud,
económicas; muchos han tenido que reinventar sus vidas por esta pandemia que
azotó al mundo en su totalidad.
Familias
enteras alcanzadas por el distanciamiento social que nos tocó, y aun nos toca
vivir.
Clases
suspendidas, nuevas modalidades de estudio, trabajo y la mayoría de las
actividades diarias.
Lo
más difícil de todo esto es aprender a vivir con esta nueva realidad.
Pero
lo más importante es saber que Dios ha estado con nosotros en todo momento, Él
ha sido nuestro apoyo, nuestro sustento y nuestra fuerza cada día de este año
ante toda situación.
Al
hacer el balance podemos decir Dios ha estado con nosotros y hemos visto Su
mano de amor en todo, aun en momentos de enfermedad y de perdida que a muchos
les ha tocado vivir.
Pero
también muchos debemos celebrar aquellas peticiones que han sido depositadas
frente al trono de gracia y de las que aún no tenemos respuesta.
Independientemente de cuál sea nuestra petición y ruego delante de Dios, pues
no debemos olvidar que sus tiempos son perfectos.
De
cara a esta realidad lo único que debemos hacer en ese, compás de espera; es
seguir el consejo del Salmo 37.4-5. “Deleitémonos, encomendémonos, y
confiemos”. Esa es la clave para alimentar una buena actitud en la espera.
Sí,
nuestra confianza está en el único Dios verdadero que hizo todo lo que existe
en 6 días, y en el séptimo descanso.
¡Celebremos!
Porque ÉL, es soberano y tiene todos nuestros días en el hueco de su mano, y marcada
ya, la hora de nuestra bendición.
El
Salmo nos aconseja tener “deleite” que es igual a decir saborea, goza,
disfruta. Ciertamente a nadie le gusta estar en tiempos de crisis. Y muchos al
encontrarnos en este tiempo, desarrollamos actitudes equivocadas y desgastamos
nuestras fuerzas renegando de nuestra condición y victimizándonos con las
preguntas ¿Por qué a mí? ¿Por qué no a ese que es pecador? ¿Qué gracia tiene
ser cristiano?
Esa
actitud refleja una pobre relación con Dios. La Biblia dice que esa relación es
muy personal y es trabajo de cada quien alimentarla en todo tiempo, si estamos
seguros del poder y Señorío de Dios podremos llegar a experimentar ese deleite
en medio de cualquier adversidad como reflejo de nuestra plena confianza en
Él…Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera;
porque en ti ha confiado. (Isaías 26.3).
La
palabra dice siete veces caerá el justo y será levantado. En el camino del
conocimiento de Dios tendremos cansancio, desilusiones, entre otras manifestaciones
propias de nuestra naturaleza humana. Eso se debe a que vemos las cosas
espirituales, bajo la misma óptica que las naturales; necesitamos mirar para
creer; pero para avanzar y seguir confiando necesitamos ver con los ojos de la
fe. Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve (Hebreos 11.1).
Otra
porción de la palabra dice: Los que confían en Jehová son como el monte de
Sion. Que no se mueve sino que permanece para siempre. Salmo 125.1. Sí somos
creyentes en Jesús debemos conservar nuestra esperanza, y actuar por confianza,
y no por emoción.
En
todo tiempo de espera tenemos que tener cuidado con nuestra alma, allí están
nuestros sentimientos nuestro corazón del cual la palabra nos advierte que es
“mentiroso” por esa razón no debemos de esperar sentir algo para actuar debemos
caminar confiadamente con nuestros ojos puestos en nuestro Señor.
Recibamos
este nuevo año con confianza y expectativas en lo que Dios hará en nuestra
vida, y en lo que nos permitirá alcanzar con nuestra valentía y esfuerzo.
No
lo olvide…Deléitese, encomiende, y confié.
Dios les bendiga abundantemente.
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