TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron…y El los guió al puerto anhelado”. Salmos 107. 29 - 30.
A
nadie le gusta el sufrimiento, pero en las manos de nuestro Dios las pruebas
pueden convertirse en el medio que Él usa para hacer su voluntad en nuestra
vida y para convertirnos en las personas que Él desea que seamos.
Por
nuestras propias fuerzas, carecemos de recursos y habilidades para enfrentar
los retos de la vida. Por eso, Dios nos da lo que necesitamos: una conciencia
de su presencia. Al comienzo, los discípulos pensaban que estaban solos en la
aterradora tormenta. Por eso, cuando vieron a Jesús, el miedo aumentó porque
pensaban que veían un fantasma. Pero, al reconocerlo, su temor cambió a aliento
y esperanza. Durante una crisis, podemos no sentir la presencia de Dios, pero
Él ha prometido que estará siempre con nosotros (Deuteronomio 31.6). La
seguridad de que Él nunca nos dejará nos ofrece alivio inmediato, valor y
confianza que nos ayudan a soportar.
Dios
también promete que facilitará un camino en medio de las pruebas. Los
discípulos debieron haberse preguntado cuánto tiempo duraría la tormenta, y si
llegarían a salvo a la costa. Al igual que nosotros, probablemente querían que
todo hubiera terminado pronto. Pero si hubieran evitado esa tormenta, no
habrían visto la demostración del poder de Jesús sobre el mar y el viento. Esta
aterradora situación se transformó en una revelación de la naturaleza divina
del Salvador. Dios quiere mostrar su poder por medio de nuestras pruebas,
también.
Pidamos
al Señor que nos permita experimentar Su presencia constante en medio de las
dificultades. Él nos dará las fuerzas para soportar, y la
sabiduría para ver el camino en medio de la tormenta.
Dios les bendiga abundantemente.
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