sábado, 22 de agosto de 2020

Tiempo... Salmos 34. 10

 

TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”. (Salmos 34.10)

 

Una de las maravillosas verdades nos muestra la Palabra de Dios, pero que muchas veces podemos pasar por alto, es que en el Cuerpo de Cristo no existe escases. Todo aquello que podamos necesitar y toda circunstancia apremiante que podamos atravesar se encuentra bajo el control de Nuestro Padre mediante las preciosas promesas de provisión que nos ha entregado.

Sin embargo, ¿Por qué entonces muchos sienten que continúan en la escasez? Porque, como dice Hebreos 5.13, se mantienen inexpertos en la Palabra de justicia.

Volvernos expertos en la Palabra, además de estudio, es reconocer y practicar la paciencia y obediencia ante El Señor. La rapidez con la que se mueve la sociedad de hoy, hace que nos acostumbremos también a buscar y a proveer respuestas instantáneas a cualquier situación y podemos llevar esta realidad a nuestra relación con Dios, haciendo por ejemplo, una oración veloz, muchas veces atareada y con poco sentido, esperando que sea contestada.

Si nuestro médico entrara, nos tirara un frasco de píldoras y dijera: “Aquí tiene esto, tómeselo”, sin ni siquiera tratar de examinarnos, saldríamos de su oficina y nunca volveríamos. Sin embargo, llegamos a sorprendernos cuando esa misma actitud apresurada en el ámbito espiritual hace que nuestras oraciones no sean eficaces.

Ha llegado la hora de despojarnos de esa mentalidad “instantánea” y darnos cuenta de que hay situaciones en las que debemos tomarnos el tiempo para orar y escuchar las instrucciones de Dios.

Si en algún área de nuestra vida nos sentimos inexpertos, las relaciones con otros, el ser misericordiosos, aprender a perdonar, tomemos la Biblia y leamos las promesas, enseñanzas de la Palabra de Dios, en esa área que deseamos mejorar.

Al hacernos expertos en entender el mensaje del Señor, al llenarnos de su paz, ser pacientes y darnos el tiempo para escucharlo con atención, encontraremos el camino hacia  la abundancia eterna que nos aseguran esas preciosas promesas.

Dios les bendiga abundantemente.

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