UN MOMENTO CON DIOS
Sólo por fe
"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego, pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: «Mas el justo por la fe vivirá»". (Romanos 1. 16, 17)
Si somos demasiado
orgullosos para doblegar nuestro espíritu delante Dios, nunca llegaremos al
cielo.
Podemos ser una persona
amable, gentil, incluso, benévolas y
caritativas. Pero si nuestro orgullo nos impide reconocer nuestra necesidad de
Cristo, no aceptaremos el regalo de salvación que ÉL ofrece.
Muchas personas han
perdido la vida eterna porque sus corazones fueron demasiado duros y creyeron
que eran demasiado inteligentes para el Dios que las creó.
Sólo hay una manera de
llegar al cielo. El Dios Santo no puede tolerar el pecado en Su presencia, y
decretó que la pena por el pecado es la muerte: " porque la paga
del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús,
Señor nuestro." (Romanos 6. 23). Pero toda persona es
pecadora: " por cuanto todos pecaron y están destituidos de la
gloria de Dios," (Romanos 3. 23).
Por tanto, para crear
un puente entre la humanidad y ÉL, el Dios misericordioso envió a Jesús a morir
en lugar del hombre. El sacrificio de Cristo es todo lo que necesita una
persona para iniciar una relación con Dios Padre.
Una persona no entra al
cielo por sus buenas obras o argumentos. El puente que conecta la brecha que
hay entre cada persona y Dios sólo lo hace posible un acto de fe, reconociendo
la necesidad de un Salvador y aceptando la muerte de Cristo en la cruz como el
pago por su pecado.
Tal vez se piense: quiero
sólo lo que merezco. Pero nadie merece la gracia: " por cuanto
todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, y son
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús," (Romanos 3. 23, 24).
Tal vez se diga: quiero
sólo aquello por lo que he trabajado. Pero nadie puede ganar la
salvación: " porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que
nadie se gloríe," (Efesios
2. 8, 9).
Sin embargo, el Padre
Celestial quiere darnos gracia y salvación a todos, aunque no las merezcamos.
Las personas verdaderamente sabias son las que han aceptado la verdad y
doblegado su espíritu y sus rodillas delante del Señor.
Dios les bendiga
abundantemente.
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