LO
QUE DEBEMOS CONOCER
¿Cómo
se logra la transformación? Mirando a Cristo.
Así
como la mariposa necesita ciertas condiciones para lograr su transformación, el
cristiano necesita factores que inciden para que su proceso de metamorfosis se
logre. Veamos estos dos versos de la Palabra “Por tanto, nosotros todos,
mirando… la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria… ” (2
Corintios 3.18), “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí,
y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”
(Juan 15.5).
Aquí
está la clave de la transformación, es mirando su gloria, es permaneciendo
pegados absorbiendo la nutritiva sabia de la verdadera vid. Por algo el
Salmista decía “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmos
119.18).
Cuando
contemplamos la gloria de Dios, su presencia, su amor, su gracia, su belleza y
su santidad, ésta nos impacta de tal manera que hace una marca en mi espíritu
que me genera pasión por agradarle y me cautiva el parecerme cada día más a Él.
Esto me lleva a permanecer pegado a Él, alimentándome de lo que me brinda día a
día, lo cual termina de sellar las condiciones para que la metamorfosis ocurra.
Es
una garantía de cambio, Dios hace todo, yo solamente lo anhelo y me dispongo; y
en esta disposición el Espíritu hace la obra día a día enseñándome con amor y
dirigiéndome en cada paso que doy, limpiando mis pensamientos, transformando mi
carácter, tomando control de mi temperamento hasta que en mi se pueda
visualizar esa “mariposa” que asombrará a muchos.
Los
hijos de Dios somos pámpanos cargados de mucho fruto, abundancia de
bendiciones, conducta y manera de actuar que causa admiración, forma de
comportarnos que marcan una huella digna de imitar.
Dios
les bendiga abundantemente.
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