JESÚS ESTÁ VIVO… Y TÚ?
“El que viene de arriba está sobre todos. El que
es de la tierra es terrenal, y habla de las cosas de la tierra. Pero el que
viene del cielo está sobre todos, y da
testimonio de lo que ha visto y oído; pero nadie acepta su testimonio. Pero si
alguien lo acepta, confirma con ello que Dios dice la verdad; pues el
que ha sido enviado por Dios, habla las palabras de Dios, porque Dios da
abundantemente su Espíritu. El Padre ama al Hijo, y le ha dado poder sobre
todas las cosas. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; pero el
que no quiere creer en el Hijo, no tendrá esa vida, sino que recibirá el
terrible castigo de Dios”. Juan 3. 31 –
36.
Hay
personas en este tiempo que parecen dar buenos mensajes sobre llevar una forma de
vida equilibrada, atacan a una sociedad, que según ellos, no tienen concepto de
honor y dignidad, donde las mujeres no quieren tener hijos ni los hombres
familias, donde los perdedores son niños conduciendo el coche de papá y este
padre que tiene un poco de poder siempre trata de recordar a los demás que no
son nadie.
Estas
son algunas de las cosas que dicen, un mensaje "muy cristiano" pero
sin Cristo. Lo cierto es que de nada sirve tener una buena moral si no se
conoce a Dios.
Este
texto de Juan 3 dice claramente: “El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; pero el que no
quiere creer en el Hijo, no tendrá esa vida, sino que recibirá el terrible
castigo de Dios”.
Aquí
dice que el único requisito bíblico para tener vida eterna es: creer en el
Hijo. Esto parece chocar de frente con la idea preconcebida que muchos tienen
de religión, la necesidad de hacer obras para ganar y merecer la salvación.
Pero
lo cierto es que por muchas palabras, por muchos actos, por muchos esfuerzos
que lleguemos a hacer nunca podremos ser salvos por ellos, nunca seremos
capaces de pagar la deuda que tenemos con Dios.
La
única manera es Jesucristo, con su muerte cubrió nuestra deuda, con su
sacrificio evitó que nosotros tuviésemos que morir.
Aquel
que cree en el Hijo de Dios puede tener tranquilidad, cuando sus días lleguen a
su fin, la vida eterna será más real que nunca.
Dios
les bendiga abundantemente.
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