LO
QUE DEBEMOS CONOCER
Delante
de Dios y de los hombres.
«Y
el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los
hombres.» (1 Samuel 2.26). «Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en
gracia para con Dios y los hombres.» (Lucas 2.52). «Porque el que en esto sirve
a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres.» (Romanos 14.18).
«… procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino
también delante de los hombres.» (2 Corintios 8.21).
Hay
un gran peligro en querer caminar sólo delante de Dios, como también en querer
caminar sólo delante de los hombres. Un equilibrio aquí es deseable.
Muchos
de los que dicen caminar delante de Dios solamente y no delante de los hombres,
supuestamente para agradar a Dios y no agradar a los hombres, siguen un camino
individualista. Ellos tienen un gran concepto de sí mismos, y piensan que solos
pueden dar las batallas de Dios y abrirse su propio camino.
Aún
más, ellos quieren hacerse un nombre, por lo que no aceptan el contrapeso que
significa la presencia de otros hombres de Dios a su lado, sirviendo juntos.
Esta
expresión aparentemente tan espiritual de andar delante de Dios y no delante de
los hombres, es muchas veces una excusa para seguir el camino del error, y para
sembrar mortales herejías. Muchos falsos profetas que han salido por el mundo
han tomado este camino.
El
otro extremo es tan peligroso como el anterior. Si caminamos delante de los
hombres y no delante de Dios, entonces somos hipócritas. Buscar agradar a los
hombres sin tomar en cuenta a Dios es un pecado grave en un siervo de Dios.
Quien toma por este camino, rápidamente será excluido de la carrera, o bien se
transformará en un siervo de los hombres.
La
Escritura nos dice que el joven Samuel, conforme iba creciendo, era acepto
delante de Dios y delante de los hombres. Si Dios acepta a una persona para que
le sirva, el pueblo lo sabrá.
El
Señor Jesús, siendo todavía un joven, crecía en gracia para con Dios y los
hombres. ¿Por qué no delante de Dios solamente? Porque su ministerio lo
desarrollaría en favor de los hombres y para los hombres. Él amaba a los
hombres y eso se demostraba en su carácter.
El
testimonio que dieron acerca de él los dos discípulos que iban a Emaús, aunque
insuficiente en otro aspecto, concordaba plenamente con lo que del joven Jesús
dice la Escritura, en cuanto a su caminar «delante de Dios y de todo el
pueblo.»
Pablo,
por su parte, dice que es perfectamente posible agradar a Dios y ser aprobado
por los hombres. Él se refiere específicamente a cómo uno debe conducirse ante
los hermanos débiles en la fe para no ponerles tropiezo. Es necesario,
entonces, considerar a los demás, para procurar su edificación. De esta manera,
se agrada a Dios y se es aprobado por los hombres.
Dios
les bendiga abundantemente.
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