jueves, 3 de diciembre de 2020

Tiempo... Números 22. 28

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Pero el Señor hizo hablar a la burra, y ella le dijo a Balán: ¿Se puede saber qué te he hecho, para que me hayas pegado tres veces?” Números 22. 28.

 

Un leñador salió al bosque acompañado de su caballo y su perro. Al terminar su labor, el hombre cargó al caballo un poco más de lo acostumbrado y emprendió su viaje de regreso a casa.

El camino que les esperaba era largo y casi intransitable. Ya habían recorrido un buen trayecto del camino cuando las fuerzas del caballo desistieron y no pudo más, por más que el hombre insistía en hacerle andar, el animal no se movía. Entonces tomó un leño y comenzó a golpear al animal para que se pusiera de pie y siguiera su camino.

Por largo rato el hombre estuvo tratando, a golpes, que el animal siguiera su trayecto, tanto fue su insistencia que el animal habló y le dijo: “crees que es fácil llevar esta carga”.

El hombre espantado al oír que el animal había hablado, dejó de azotarlo y salió corriendo del lugar mientras el perro le seguía afanoso. Cuando sintió que estaba en un lugar seguro, aquel hombre se detuvo, en ese mismo momento el perro que lo acompañaba le dijo: “gran susto que nos dio el caballo”, el asombro del hombre no pudo más y cayó desmayado.

Por supuesto, el relato anterior no es más que una fábula. Sin embargo la Biblia relata un hecho similar, el cuál sin duda sucedió en la vida real. Según se lee en el libro de Números, la burra de Balán habló para amonestar a su amo.

Balán sabía que estaba haciendo algo que era, a la vista de Dios, incorrecto, sin embargo insistió en seguir su plan, por lo tanto Dios usó una manera bastante peculiar para hacerlo entrar en razón.

Algunas veces nos pasa igual, insistimos en hacer algo que sabemos que va en contra de la voluntad de Dios, habiendo sido advertidos de las consecuencias que al final traen consigo aquellas malas decisiones.

Probablemente tu perro no va a hablarte y aconsejarte, pero ten por seguro que Dios siempre nos amonesta y nos hace ver, de una o muchas maneras, lo que es bueno o malo para nosotros. Queda en ti la decisión de reconocer sus consejos y seguir sus planes.

Señor, muchas veces nuestro orgullo, no solo nos lleva a lo malo, sino que también nos imposibilita ver nuestra propia arrogancia. Ayúdanos a ver nuestros errores y danos fuerza para cambiar y ver tus advertencias para evitar caer en lo que es contrario a tu voluntad.

Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario