UN MOMENTO CON DIOS
Para enfrentar el conflicto
“Pero cuando Cefas fue a la ciudad de Antioquía, lo reprendí en su propia cara, porque lo que estaba haciendo era condenable. Pues primero comía con los no judíos, hasta que llegaron algunas personas de parte de Santiago; entonces comenzó a separarse, y dejó de comer con ellos, porque tenía miedo de los fanáticos de la circuncisión. Y los otros creyentes judíos consintieron también con Pedro en su hipocresía, tanto que hasta Bernabé se dejó llevar por ellos.
Por eso, cuando vi que no se portaban conforme a la verdad del evangelio, le dije a Cefas delante de toda la comunidad: «Tú, que eres judío, has estado viviendo como si no lo fueras; ¿por qué, pues, quieres obligar a los no judíos a vivir como si lo fueran?” (Gálatas 2. 11 - 14)Los desacuerdos dolorosos son
parte de la vida en este mundo, por eso nuestra manera de enfrentarlos es
importante.
Las Escrituras documentan
muchos casos de conflicto, entre naciones, entre amigos y en familias, y vemos
lo mismo hoy en día. Mientras pelean, la gente puede decir palabras duras e
injustas. Sus acusaciones a menudo crean confusión y dolor emocional. Pero la
manera en que reaccionamos a tal agresividad está determinada por lo que
creemos.
Para empezar, debemos recordar
dos cosas. Primero, Dios tiene el poder de convertir nuestros tiempos dolorosos
en algo beneficioso. Y segundo, nuestro amoroso Padre celestial siempre
permanece a nuestro lado. Él entiende lo que estamos experimentando y estará
con nosotros durante todo el camino.
La Palabra de Dios proclama su
soberanía sobre la naturaleza, “El Señor hace todo lo que quiere, lo mismo en
el cielo que en la tierra, lo mismo en el mar que en sus profundidades”. (Salmo 135. 6), el gobierno, “Él engrandece y destruye a las naciones, las
dispersa y las reúne”. (Job 12. 23) y la humanidad, “ni necesita que nadie haga nada por él,
pues él es quien nos da a todos la vida, el aire y las demás cosas”. (Hechos 17. 25). Cuando creemos en su dominio soberano, nuestra
perspectiva sobre los tiempos difíciles cambia. Entonces, en lugar de
reaccionar con miedo o resentimiento, nos dirigiremos a Él en oración y
pediremos su guía.
En el mundo, el conflicto es
inevitable. Cuando algo que hemos hecho es la fuente de la confusión, debemos
disculparnos. Si otros tienen la culpa, debemos perdonar. Como embajadores de
Cristo, la manera en que actuamos realmente importa.
Dios les bendiga
abundantemente.
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