UN MOMENTO CON DIOS
Enfrentando a los Goliat
“Entonces David le dijo a Saúl: —Nadie debe desanimarse por culpa de ese filisteo, porque yo, un servidor de Su Majestad, iré a pelear contra él. —No puedes ir tú solo a luchar contra ese filisteo —contestó Saúl—, porque aún eres muy joven; en cambio, él ha sido hombre de guerra desde su juventud”. (1 Samuel 17. 32, 33)
La breve batalla de David con
Goliat fue más que una lucha entre Israel y los filisteos. Era una defensa del
nombre de Jehová contra aquellos que dudaban de Él. Como señaló David, la única
manera en que un muchacho con una honda podía derrotar a un guerrero gigante
como Goliat, era por la mano del Señor. Y eso es justo lo que sucedió.
Al enfrentar a Goliat, David
mostró verdadera valentía y fe. Pero vemos que lo que lo impulsó a enfrentar al
gigante fue una indignación justa: “¿Quién es este filisteo incircunciso, para
que provoque a los escuadrones del Dios viviente?” (1 Samuel 17. 26). David creía que alguien tenía que borrar la
vergüenza causada por los insultos de Goliat. En vista de que nadie daba un
paso adelante, se ofreció para defender el nombre de Jehová.
En algún momento, nosotros
también nos encontraremos en una situación que nos desafíe a dar la cara por el
Señor. En ese momento, ¿escucharemos nuestros miedos y permaneceremos en
silencio? ¿O representaremos el nombre de Dios de la manera que Él nos ha
llamado y equipado? Nuestras “piedras lisas” (1 samuel 17. 40) son las verdades de la Palabra de Dios. No
importa cómo se vea la situación, la batalla es del Señor, y Él da la victoria
a los fieles.
Cuando Dios nos llame a dar la
cara por Él, avancemos con valentía; la batalla es del Señor.
Dios les abundantemente.
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