jueves, 7 de noviembre de 2024

Un momento... Cuando Dios interrumpe nuestros planes

 


UN MOMENTO CON DIOS

Cuando Dios interrumpe nuestros planes

 

“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras”. (Romanos 8. 26)


El tráfico lento que no nos permite llegar a tiempo a un lugar, alguien enfermo o una reparación costosa no parecen ser instrumentos importantes en nuestra santificación, pero lo son. Por lo general, no le damos importancia a estas interrupciones e inconvenientes, y en su lugar esperamos que Dios trabaje en nuestra vida a través de circunstancias extraordinarias que marquen un antes y un después. 
Pero la realidad es que en la vida no ocurren con frecuencia esos grandes acontecimientos que nos hacen confiar en Dios y obedecerle de una manera más profunda. No seremos llamados a construir un arca o a llevar a un hijo único al Monte Moriah. Por el contrario, es en estas pequeñas frustraciones e interrupciones, en las cosas simples de la vida, donde se nos da la oportunidad de confiar en Dios, obedecerle y darle gloria.  

Las interrupciones de la vida nos recuerdan que no tenemos la vida resuelta y que no podemos hacerlo solos. Son como la vara del Pastor, que nos saca de nuestro camino errante y nos lleva de regreso hacia el Gran Pastor. Necesitamos estas interrupciones. Más que ninguna otra cosa, nos acercan a la cruz de Cristo, donde recordamos el evangelio y recibimos su gracia y perdón.

Es difícil ver que todos estos pequeños eventos e interrupciones frustrantes que ocurren en nuestro día han sido colocados por Dios como oportunidades para crecer en gracia, pero es así. Y verlos así nos ayuda a dejar de mirar hacia nosotros mismos y a poner nuestros ojos en Cristo, quien se preocupa más por nuestra transformación que por nuestra comodidad diaria. En lugar de darnos una vida fácil, la interrumpe con gracia y nos muestra qué es lo que más necesitamos: Él mismo.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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