UN MOMENTO CON DIOS
El Dios al que oramos
“Al escuchar estas noticias, me senté a llorar, y por algunos días estuve muy triste, ayunando y orando ante el Dios del cielo. Y le dije: «Señor, Dios del cielo, Dios grande y terrible, que mantienes firme tu alianza y tu fidelidad con los que te aman y cumplen tus mandamientos; te ruego ahora que atiendas a la oración que día y noche te dirijo en favor de tus siervos, los israelitas. Reconozco que nosotros los israelitas hemos pecado contra ti; ¡hasta mis familiares y yo hemos pecado!” (Nehemías 1. 1 – 11)
Como siervo del rey de Persia,
no tenía derecho a pedir permiso para reconstruir los muros de Jerusalén, y
mucho menos para solicitar materiales y protección. Sin embargo, por conocer al
Dios a quien oraba, Nehemías no dudó en actuar con valentía y pedir ayuda al
rey.
Su oración comenzó así: “Oh
Jehová, Dios de los cielos” ,
que significa Aquel “que es eterno en su ser”. Cuando Dios hace una promesa, Él
sabe cómo la cumplirá. Por eso Nehemías lo llamó “fuerte, grande y temible, que
guarda el pacto”.
Otro nombre hebreo para Dios
es Elohim, que significa “Aquel que es soberano”. Este nombre se refiere
al Creador y habla de su omnipotencia. Él creó el mundo, por lo que Nehemías sabía
que era más que capaz de proveer todo lo que se necesitara.
La Biblia contiene muchos
otros nombres para Dios,
como Adonai (“Señor”), Jehová-Jireh (“proveedor”)
y Jehová-Rapha (“sanador”). Dado que el idioma hebreo es preciso,
puede ayudarnos a conocer mejor quién es Dios. Entonces, confiadamente nos
dirigiremos a Él en cualquier situación: cuando necesitemos consuelo,
invocaremos al Dios que nos conforta; en nuestra confusión, tenemos al Dios que
nos enseña. Recordemos que el modo en que vemos a Dios influye en nuestra
manera de orar.
Dios les bendiga
abundantemente.
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