UN MOMENTO CON DIOS
Ebenezer
“Después tomó Samuel una piedra y la colocó entre Mispá y Sen, y la llamó Eben-ézer, pues dijo: «Hasta ahora el Señor nos ha ayudado” (1 Samuel 7. 12)
¿Qué seríamos sin la
misericordia de nuestro Dios en nuestras vidas? ¿Cómo podríamos haber logrado
tantos avances en muchas áreas, haber aprendido tantas cosas sin haber pasado
por la experiencia que Dios usa para moldearnos a su manera?
El diamante es lo que es
gracias a una presión y temperaturas extremas que moldean al mismo material que
forma el carbón, pero que a lo largo de miles de años genera una piedra
preciosa. Eso es lo que somos en las manos de Dios, eso es lo que eres, un
diamante en bruto, una piedra sucia y fea de carbón que fue moldeada,
presionada, probada con fuego y sacada en victoria, sanada y preparada para
brillar y mostrarle al mundo que a pesar de las luchas y de las pruebas Dios
siempre te trae a la conquista.
El profeta Samuel reunió al
pueblo de Israel en Mizpa, donde se dispuso a orar por todo el pueblo de Dios,
y sucedió que mientras hacía esto, presentando un holocausto a Dios, los
filisteos acudieron a pelear contra Israel allí; pero fueron vencidos por la
mano poderosa del Señor y sometidos de ahí en más durante todo el ministerio de
Samuel. Fue allí, entre Mizpa y Sen, que Samuel puso una piedra y la
llamó “Ebenezer”, que significa “Hasta aquí nos ayudó Jehová”.
Todas nuestras vivencias, son
para formar el diamante que hay en nosotros, preparar un gran siervo/a de Dios
en nuestra vida y cumplir el propósito para el cuál fuimos llamado. Si llegamos
hasta este momento es porque Dios cree en nosotros. Miremos a nuestro alrededor
y demos gracias a Dios por nuestra vida, somos un milagro, el Creador del
universo nos adoptó como sus hijos y dio Su vida a cambio de la nuestra, para
salvarnos.
Avancemos. La vida cristiana
es un continuo avanzar, a pesar de las luchas, a pesar de las pruebas.
¡La vida cristiana siempre es
avanzar! Y cuando veamos que hubo pruebas veremos también la victoria y todo lo
que aprendimos de esos momentos, de cómo el Señor nos llevo a buscar Su rostro
y encontrarlo siempre a nuestro lado, de cómo el Señor sanó nuestras heridas,
prosperó nuestra economía, nos levantó en medio de las circunstancias
contrarias porque sabemos que El fuerte de Israel, el Gran Yo Soy, está de nuestro
lado y podremos decir en voz alta “¡EBENEZER! ¡HASTA AQUÍ NOS AYUDÓ EL
SEÑOR!”
Dios les bendiga abundantemente.
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