UN
MOMENTO CON DIOS
El
arrepentimiento
“Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor”. (Hechos 3. 19)
El
arrepentimiento es un cambio radical en la naturaleza del corazón de las
personas, en cuanto al tema del pecado. Todos nacimos en pecado. Por naturaleza
somos pecadores.
Nos
entregamos al pecado tan pronto como podemos actuar o pensar, al igual que un pájaro
puede volar, y un pez nadar. Nunca existió un niño que necesitara ir a la
escuela o recibir instrucción para que aprendiera la falsedad, el egoísmo, el
enojo, la voluntad propia, la soberbia y necedad.
Estas
cosas no son adquiridas por medio de malas compañías, o aprendidas gradualmente
por un largo curso de instrucción. Brotan por sí mismas, aun cuando niños o
niñas son criados con la mejor enseñanza.
La
semilla es evidentemente el producto natural del corazón. La capacidad desde
niños para hacer cosas malas es prueba de la caída del hombre.
Nuestro
corazón solamente puede ser trasformado cuando el Espíritu Santo trae en
nuestra interior convicción de lo que estamos haciendo mal.
Solo
cuando este amor natural al pecado es arrojado afuera, entonces toma lugar el
cambio que
El verdadero arrepentimiento comienza con
un conocimiento del pecado. Los ojos de la persona arrepentida son abiertos.
Descubrimos nuestra sorpresa, de que al creer de nosotros mismo como una "
especie de buena persona," y una persona con un "buen corazón,"
hemos estado debajo de un enorme engaño. Nos damos cuenta que, en realidad, no
estamos bien ante los ojos de Dios. Este es el primer paso del verdadero
arrepentimiento.
El verdadero arrepentimiento produce dolor por el pecado. El corazón de una
persona arrepentida es tocado con un profundo remordimiento por las
transgresiones pasadas. El recuerdo de estas cosas es doloroso. Cuando nos
lamentamos de esta manera, este es el segundo paso en el verdadero
arrepentimiento.
El verdadero arrepentimiento produce la confesión del pecado. Sentimos que
debemos hablar con ese Dios contra quien hemos pecado. Algo dentro nos dice que
debemos clamar a Dios, sobre el estado de nuestra alma. Necesitamos derramar nuestro corazón, y
reconocen nuestros pecados, ante el trono de gracia de Dios. Este es el tercer
paso en el verdadero arrepentimiento.
El
verdadero arrepentimiento se manifiesta en una ruptura con el pecado muy a
fondo. La vida de una persona arrepentida es alterada. La conducta diaria es
cambiada por completo. Un nuevo Rey reina en nuestro corazón. Habiendo
despojado al viejo hombre. Lo que Dios manda es lo que ahora deseamos
practicar, y lo que Dios prohíbe es lo que ahora deseamos evitar.
Se
esfuerza en todas las formas de mantenerse alejado del pecado, de luchar contra
el pecado, para obtener la victoria sobre el pecado.
Deja de
hacer el mal. Aprende a hacer bien. Se desprende bruscamente de las malas
costumbres y de las malas compañías. Vive una nueva vida. Cuando una persona
hace esto, este es el cuarto paso en el verdadero arrepentimiento.
El verdadero arrepentimiento se manifiesta al producir en el corazón un hábito
arraigado por un profundo rechazo hacia el pecado. Una persona arrepentida
aborrece lo que es malo, y se adhieren a lo que es bueno. Se deleitan en la ley
de Dios. Cuando una persona puede sentir esto, este es el paso de coronación,
del verdadero arrepentimiento.
El verdadero arrepentimiento nunca llega solo en el corazón de la persona.
Siempre viene acompañado de una fe viva en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Dondequiera que hay fe, hay arrepentimiento, dondequiera que hay
arrepentimiento siempre hay fe.
Dios
les bendiga abundantemente.
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