UN MOMENTO CON DIOS
Dios actúa a nuestro favor
“Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes. Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones, y él te ayudará en todo.” (Proverbios 3. 5 – 6)
¿Confiamos en Dios? La mayoría
de los creyentes dirían que sí. Pero detengámonos y consideremos si eso es
cierto en nuestra vida de oración. Cuando nuestra necesidad es urgente, pero Dios
no responde tan pronto como nosotros deseamos, ¿todavía confiamos en Él?
Situaciones como esta llevan a algunos creyentes a dudar de que el Señor tenga
en cuenta los intereses de sus hijos.
Sin embargo, Isaías 64. 4 nos
asegura que Dios actúa “en favor de quienes en él confían”. José tuvo que
esperar en circunstancias muy difíciles antes de que el Señor lo liberara de la
prisión:
José siguió buscando a sus
hermanos, y allá los encontró. Cuando ellos lo vieron acercarse, antes de
que él llegara a donde ellos estaban, se pusieron de acuerdo para matarlo. Unos
a otros se decían: «¡Vaya, vaya! ¡Aquí viene ese gran soñador! Vamos
a matarlo y a echarlo en uno de estos pozos, y diremos que algún animal feroz
se lo comió. ¡Ya vamos a ver si se cumplen sus sueños!»
Al oír esto, Rubén trató de
librar a José de sus hermanos, para luego llevárselo a su padre. Por eso les
dijo: «No está bien que lo matemos. ¿Para qué matarlo? Si quieren, échenlo en
este pozo del desierto; ¡pero no le hagan daño!» Cuando José llegó a donde
estaban sus hermanos, ellos le quitaron la capa que su padre le había
hecho y lo echaron al pozo, que estaba seco. Y Rubén se fue. Los hermanos
se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes.
Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de
finos perfumes y hierbas de rico olor, que los ismaelitas pensaban vender en
Egipto. Judá entonces les dijo a sus hermanos: «No ganamos nada con matar a
nuestro hermano, y luego tener que mentir acerca de su muerte. Nos
conviene más vendérselo a estos ismaelitas. Después de todo, José es nuestro
hermano; ¡es de nuestra propia familia!» Esta idea les pareció bien, así que
cuando los comerciantes pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron del
pozo y lo vendieron en veinte monedas de plata. Entonces los comerciantes se lo
llevaron a Egipto. (Génesis 37:18-28).
“Al oír Potifar las quejas de
su esposa, se enojó mucho. Entonces agarró a José y lo metió en la cárcel,
donde estaban los presos del rey.” (Génesis 39:19-20) y le diera
autoridad como gobernante en Egipto. Desde un punto de vista externo, no
parecía que Dios estuviera actuando a favor de José. Pero desde una perspectiva
celestial, los acontecimientos estaban bien encaminados: “Es verdad que
ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr
lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.” (Génesis 50:20).
Lo mismo ocurre en nuestra
vida. Durante un período de espera, Dios podría estar preparándonos para una
futura respuesta que llegará en el momento justo. O podría estar enseñándonos a
confiar en ÉL para que podamos caminar por fe y no por vista.
Otra posibilidad es que el
deseo que tengamos no sea bueno para nosotros, en última instancia, algo en
contra de la voluntad de Dios, y no concederlo que nos sirva de protección.
Puede que nunca descubramos
por qué Dios retrasa Su respuesta, pero siempre podemos confiar en Su bondad,
sabiduría y amor.
Dios les bendiga
abundantemente.
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