domingo, 30 de junio de 2024

Un momento... Dios actua a nuestro favor

 


UN MOMENTO CON DIOS

Dios actúa a nuestro favor

 

 “Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes. Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones, y él te ayudará en todo.” (Proverbios 3. 5 – 6)

 

¿Confiamos en Dios? La mayoría de los creyentes dirían que sí. Pero detengámonos y consideremos si eso es cierto en nuestra vida de oración. Cuando nuestra necesidad es urgente, pero Dios no responde tan pronto como nosotros deseamos, ¿todavía confiamos en Él? Situaciones como esta llevan a algunos creyentes a dudar de que el Señor tenga en cuenta los intereses de sus hijos.

Sin embargo, Isaías 64. 4 nos asegura que Dios actúa “en favor de quienes en él confían”. José tuvo que esperar en circunstancias muy difíciles antes de que el Señor lo liberara de la prisión:

José siguió buscando a sus hermanos, y allá los encontró. Cuando ellos lo vieron acercarse, antes de que él llegara a donde ellos estaban, se pusieron de acuerdo para matarlo. Unos a otros se decían: «¡Vaya, vaya! ¡Aquí viene ese gran soñador!  Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos pozos, y diremos que algún animal feroz se lo comió. ¡Ya vamos a ver si se cumplen sus sueños!»

Al oír esto, Rubén trató de librar a José de sus hermanos, para luego llevárselo a su padre. Por eso les dijo: «No está bien que lo matemos. ¿Para qué matarlo? Si quieren, échenlo en este pozo del desierto; ¡pero no le hagan daño!» Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la capa que su padre le había hecho y lo echaron al pozo, que estaba seco. Y Rubén se fue. Los hermanos se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes. Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de finos perfumes y hierbas de rico olor, que los ismaelitas pensaban vender en Egipto. Judá entonces les dijo a sus hermanos: «No ganamos nada con matar a nuestro hermano, y luego tener que mentir acerca de su muerte. Nos conviene más vendérselo a estos ismaelitas. Después de todo, José es nuestro hermano; ¡es de nuestra propia familia!» Esta idea les pareció bien, así que cuando los comerciantes pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron en veinte monedas de plata. Entonces los comerciantes se lo llevaron a Egipto. (Génesis 37:18-28).

“Al oír Potifar las quejas de su esposa, se enojó mucho. Entonces agarró a José y lo metió en la cárcel, donde estaban los presos del rey.” (Génesis 39:19-20) y le diera autoridad como gobernante en Egipto. Desde un punto de vista externo, no parecía que Dios estuviera actuando a favor de José. Pero desde una perspectiva celestial, los acontecimientos estaban bien encaminados: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.” (Génesis 50:20).

Lo mismo ocurre en nuestra vida. Durante un período de espera, Dios podría estar preparándonos para una futura respuesta que llegará en el momento justo. O podría estar enseñándonos a confiar en ÉL para que podamos caminar por fe y no por vista.

Otra posibilidad es que el deseo que tengamos no sea bueno para nosotros, en última instancia, algo en contra de la voluntad de Dios, y no concederlo que nos sirva de protección.

Puede que nunca descubramos por qué Dios retrasa Su respuesta, pero siempre podemos confiar en Su bondad, sabiduría y amor.

Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario