UN MOMENTO CON DIOS
Seguro de vida
"Tú, Señor mi Dios, eres mi esperanza; Tú me has dado seguridad desde mi juventud." (Salmo 71. 5)
Las empresas que venden
seguros nos ofrecen diferentes pólizas y coberturas, protección contra roturas,
auxilio mecánico en la ruta, y hasta abogados en caso de una demanda. Pero lo
que no pueden darnos es la seguridad de que nada malo nos ocurrirá. No pueden
evitar choques, accidentes o demandas. Su tarea se limita a ayudar cuando esas
cosas ya ocurrieron.
Podríamos preguntarnos por qué
las personas no se enojan con las empresas de seguros cuando tienen un
accidente, pero sí se enojan con Dios. En fin, como hijos de Dios sabemos que
Sus promesas son reales y concretas, y se cumplen conforme a Su buena y
perfecta voluntad.
Pero también sabemos muy bien
que la vida del cristiano no está determinada por la ausencia de todo riesgo,
sino quizás por la presencia de grandes desafíos que sólo podemos afrontar en
la seguridad que Dios implanta en nuestras mentes y corazones por la obra de
Jesús en la cruz y la presencia constante del Espíritu Santo.
Así es como Dios nos llama
desde pequeños a buscar seguridad en Él; nos concede a través de Cristo Jesús
el perdón de pecados y la salvación. Ya sea en la actividad y turbulencia de la
juventud o en la quietud de la adultez, ésta es la seguridad que nos acompañará
toda la vida y en toda situación.
Esa esperanza es segura y da
sentido a todo lo que hacemos. Nuestra mayor esperanza son la resurrección y la
vida eterna. Por eso es que, junto al salmista, confesamos que nuestra única
esperanza está en Dios: con Él todo es posible.
Dios les bendiga
abundantemente.
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