UN MOMENTO CON DIOS
El encuentro de nuestra vida
"Pero era necesario hacer una fiesta y regocijarnos, porque tu hermano estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y lo hemos hallado."(Lucas 15. 32)
Hace algunos años eran
populares los programas de televisión en los que veíamos a personas buscando a
otros, ya sea familiares, amigos de la infancia, o alguien importante en su
pasado. Buscaban con ansias, porque sabían que encontrar a quien habían
perdido les devolvería la alegría, y hasta incluso les traería respuestas a
preguntas que durante muchos años no habían podido contestar.
La parábola del hijo pródigo
nos recuerda una realidad similar. El padre que había esperado con ansias
el regreso de su hijo, ahora celebra porque finalmente volvió al hogar.
El motivo para la celebración
en este pasaje bíblico se explica con dos imágenes muy evidentes y poderosas:
la muerte y la perdición. Son dos realidades que se contraponen al resultado
final, donde se muestra un cambio enorme en la vida de una persona:
resurrección y reencuentro.
Pero no se trata de un relato
más o de una historia sólo para niños. Porque para entender el valor de la
parábola es necesario que cada uno de nosotros se ponga en la piel del hijo.
Ese joven que estaba perdido y muerto en sus delitos y pecados, como somos cada
uno de nosotros, y la realidad de todo ser humano alejado y renegado contra Dios
es la condenación.
Una verdad mayor es que el
Padre Celestial nos busca y encuentra: para eso envía a Su propio hijo Jesús.
Jesús trae luz al mundo; Su presencia nos muestra el camino de la salvación, ÉL
es nuestra vida. Tal Regalo de amor y cuidado quita de nosotros toda sombra de
duda.
Ahora estamos en Cristo y
llenos de gratitud en nuestros corazones, nos alegramos, porque estando en Su
presencia anticipamos la celebración eterna, que será el gran encuentro de todo
Su pueblo frente al trono glorioso del Dios.
Dios les bendiga
abundantemente.
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