jueves, 18 de enero de 2024

Un momento... Nuestra esperanza

 


UN MOMENTO CON DIOS

Nuestra esperanza

 

 “Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.”  (Romanos 15. 13)

 

En muchas ocasiones cuando nos vemos abrumados por las pruebas y las adversidades comenzamos a racionalizar y a buscar cuál será la falta que hemos cometido e incluso, con una pequeña ayuda de nuestro adversario, terminamos pensando que Dios se ha olvidado de nosotros y que Él ya no nos quiere. Ante esta situación algunos reaccionan molestándose con Dios y cuestionando sus tratos para con nosotros y terminan tristes y amargados. Estas personas son pesimistas de profesión. Siempre le ven el lado negativo a todo lo que ocurre a su alrededor. No saben lo que significa la esperanza.

Otros pueden percibir la situación con “visión de helicóptero” y se dan cuenta de los diferentes factores que están originando el que les toque atravesar momentáneamente por un período de dificultades. Estos entienden que por muy oscura y tenebrosa que luzca una situación Dios siempre tiene todo bajo Su control. La esperanza de quienes actúan así es vigorosa y efectiva; su ánimo nunca decaerá.

¿En cuál grupo de personas nos encontramos nosotros? ¿Vivimos constantemente apesadumbrado o vemos cada adversidad como una oportunidad para depender aún más de Dios? ¿Vemos el vaso medio vacío o medio lleno? La decisión es nuestra.

¿Podemos creer en las promesas de Dios? o ¿preferimos echarnos al suelo a lamentarnos por lo desdichada que es nuestra vida? La queja y la murmuración son lo opuesto de la alabanza. Esa actitud no puede agradarle a Dios.

Miremos el futuro con esperanza y gocémonos en las promesas que Dios nos ha dado. Su protección no tiene igual y sólo bajo Su sombra es que podemos progresar y ganar las batallas del espíritu.

Muchos pueden haber sido los días que al amanecer nos parecen pesados, y nuestro cuerpo y alma parecen no tener fuerza para enfrentar las demandas diarias. Cuántos han sido los amaneceres que parecen atardeceres, porque las circunstancias del día anterior han empañado los cristales de nuestra vida. Hoy, sin embargo, podemos meditar, sentir y pensar que, aunque parezcan los días así, podemos tener la bendición de tener a Dios como nuestro ayudador y nuestra esperanza.

Cuando casi no podemos caminar, Dios llega a nosotros con Su fuerza y poder y nos levanta. Bienaventurado aquel cuya esperanza está en el Dios todopoderoso. En un mundo en el cual se pierde la esperanza en relación a la salud, las finanzas, el trabajo, las relaciones, la familia y el futuro, se levanta la más grande esperanza que necesitamos como seres finitos y débiles…y la esperanza es Dios. Quien hizo los cielos y la tierra no solo nos ofrece hoy ser nuestro ayudador, pero también nos ofrece la esperanza.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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