UN MOMENTO CON DIOS
A quién servimos
Las personas con motivos
equivocados suelen ser fáciles de identificar. Los deportistas que aman el
dinero más que el juego que practican, no suelen destacar. Los trabajadores que
se consumen por sus ambiciones personales y su éxito profesional, suelen
cegarse anteponiendo el bien de la empresa, antes de que el bien de sus
familias o compañeros de trabajo. Del mismo modo, los que parecen servir a Dios
para alcanzar fama o favor, siempre se revelan por el fruto que dan. Tales
individuos a menudo no ven ningún problema en manipular a otros para salirse
con la suya y exaltarse a sí mismos.
Pero Gálatas 6. 7 advierte:
«No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará». El Señor sabe si los deseos de nuestros
corazones son puros o no. En nuestro servicio a Él, estamos llamados a hacer
todo de manera que le honre y glorifique su nombre. Proceder con cualquier otro
motivo sería traicionarle. Por lo tanto, nunca debemos imaginar que está bien
usar el nombre del Salvador para nuestro beneficio personal, porque a aquellos
que lo hagan, Cristo les dirá: «Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de
maldad.» (Mateo 7. 23)
Por lo tanto, sería sabio que
examinaras nuestro corazón. ¿Estamos sirviendo a Dios por amor a Él o por algún
otro propósito? El Padre nos honrará cuando seamos puros de corazón, cuando le
sirvamos con el deseo de ver Su nombre ensalzado y Su reino avanzado. Por lo
tanto, no busquemos reconocimiento o gloria para nosotros mismos. Porque como
Jesús promete, «Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla
será enaltecido.» (Lucas 18.14)
Dios les bendiga
abundantemente.
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