UN MOMENTO CON DIOS
El amor siempre obedece
“Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras”. (Proverbios 24. 12)
La manera en que mostramos a
Dios nuestro amor es obedeciéndole. Jesús nos enseñó esto cuando dijo: «Si me
amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14. 15). No basta con que sepamos cuáles
son Sus instrucciones, que estemos de acuerdo con ellas o incluso que se las
enseñemos a los demás. Se requiere obediencia, un acto de voluntad para alinear
nuestras vidas con aquello que El Señor espera de nosotros.
Dios sabe lo difícil que nos
resulta obedecerle. Sin embargo, no podemos alegar ignorancia de Sus
mandamientos o falta de entendimiento porque Él ha dado Su Espíritu para
ayudarnos a hacer todo lo que Él requiere. El Espíritu Santo es nuestro Maestro
que nos recuerda todo lo que Jesús enseñó y penetra en nuestras conciencias
cuando hacemos caso omiso de Sus principios. También nos guía hacia la verdad
de las Escrituras para que no podamos afirmar que no tenemos forma de
entenderlas. Además, el Espíritu de Dios nos capacita, fortalece y nos consuela
cuando encontramos dificultades al tratar de obedecer.
La gente a menudo pregunta si
somos responsables de obedecer todas las leyes tanto del Antiguo como del Nuevo
Testamento. La respuesta es no. Las leyes ceremoniales de Israel, incluido el
sistema de sacrificios, se cumplieron en Cristo. Además, Dios dio ciertos
mandamientos específicos a la nación hebrea que se aplicaban sólo a ellos. Pero
las leyes morales del Antiguo Testamento se aplican a nosotros, al igual que
los mandamientos del Nuevo Testamento. Si ignoramos la Palabra de Dios, estamos
siendo desobedientes, y eso comunica una falta de amor y respeto por Aquel que
salva nuestras almas. Así que digamos «Te amo» al Señor Jesús abriendo las
Escrituras y obedeciendo lo que Él nos diga que hagamos.
Dios les bendiga
abundantemente.
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