UN MOMENTO CON DIOS
Con Dios: vivamos un día a la
vez
“Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú”. (Génesis 41. 40)
¿Quién hubiera imaginado que
del interior de una prisión podría surgir el gobernador de todo Egipto? Esta y
tantas otras situaciones están diseñadas por nuestro Maravilloso Dios, El Señor
declara: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos"... (Isaías 55.8)
Esa es la verdad más pura. Los
pensamientos del Señor y sus caminos son más elevados que los nuestros. No sólo
nos involucran a nosotros, sino que siempre están diseñados para bendecir otras
vidas.
Con José de Egipto no fue
diferente. Dios tenía un plan de salvación para el pueblo de Israel. Y en ese
plan Dios eligió a José para que fuera el protagonista principal. Sin embargo,
el camino que José tuvo que recorrer fue arduo, doloroso, de sufrimiento. El
dolor del rechazo, de la traición, el peso de la condena, el tiempo en prisión,
todo formaba parte de la preparación para lo que estaba por venir.
El hecho de que José se
enfrentara a tantas dificultades no significaba que Dios se hubiera olvidado de
él. No, todo formaba parte del plan de Dios. Hacer la voluntad de Dios y vivir
de acuerdo con sus propósitos no siempre es fácil y agradable. El dolor, las
dificultades, forman parte del proceso. Pero cuando llega el momento en que
Dios cumple sus promesas, somos como los que sueñan (Salmo 126. 1)
Por lo tanto, nunca desmayemos
ante las dificultades. Dios no se ha olvidado de nosotros. El Autor del plan de
nuestra vida está de nuestro lado en todo momento. El tiempo en la
"prisión" es sólo un puente hacia el "palacio". Como José,
mantengámonos firmes en la esperanza de aquello que El Señor ha preparado para nosotros,
seamos pacientes y confiemos en Sus promesas. Dios tiene un tiempo determinado
en el que, con perfección, obra todas las cosas. No nos precipitemos, esperemos
en Sus promesas y aprendamos a vivir diariamente el paso a paso que Él ha
determinado; no hay mayor seguridad que la de saber que la misericordia y
fidelidad de Dios nunca perecen, por el contrario, trabajan para nuestro bien,
en todo momento y nos premiarán en el tiempo, no que queramos, sino que
realmente necesitamos.
Este es el día que hizo
Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él. (Salmos 118. 24)
Todo árbol frutal fue una vez
semilla. Semilla que estuvo inmersa en un montón de tierra, oculta,
imperceptible a los ojos humanos. Con el tiempo, tras pasar por varias fases,
llega el momento de presentar su fruto. El factor tiempo es siempre
determinante en todas las cosas de esta vida. Todo se hace y se produce en el
momento oportuno. No hay forma de dar fruto si un día no se ha sembrado antes.
Pero, por desgracia, cuando
aplicamos esta verdad a nosotros mismos, descubrimos lo ansiosos que estamos y
lo poco que nos gusta esperar. Ansiamos el fruto, sin que ni siquiera se haya
sembrado la semilla. Vivimos preocupados por muchas cosas. Nos preguntamos cómo
será esto o aquello.
Vivamos un día a la vez atendiendo
a las experiencias cotidianas que Dios quiere que vivamos. Es confiar en que Él
se ocupa de todo. Es descansar en Sus promesas. Es vivir de fe en fe. Es estar
preparados para recibir lo mejor de Dios.
Dios les bendiga
abundantemente.
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