UN MOMENTO CON DIOS
La nueva alianza
“Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta”. (Éxodo 7. 1)
Israel era un pueblo terrenal
que recibió promesas terrenales. Así que Dios actuó con ellos de forma
terrenal, asegurándoles la tierra que les había prometido a través de diversas
intervenciones (abriendo el mar, derribando muros, derrotando ejércitos, etc.).
Sin embargo, ninguno de estos signos mantuvo viva la fe del pueblo. El
testimonio del Antiguo Testamento es lo más pesimista posible. Cuanto más
aparecía Dios, más infiel se volvía el pueblo. La nueva alianza, de la que
formamos parte, se basa en mejores promesas y se refieren a un cielo nuevo y
una tierra nueva, donde habita la justicia. La promesa celestial implicaba una
poderosa manifestación de Dios, no en la tierra, sino en el corazón de los
hombres. Nuestro mar abierto era el velo rasgado que nos daba acceso a Dios. El
muro derribado era el del pecado, que hacía una separación entre Dios y nosotros.
Los ejércitos que hemos vencido representan las fuerzas de las tinieblas que
intentan robar nuestra fe en Cristo. Por lo tanto, la regeneración de una
persona perdida, la concesión de la vida espiritual y la justificación eterna
de su alma es infinitamente mayor que cualquier milagro realizado en el Antiguo
Testamento.
Dejemos de evocar al Dios que
actuó en el pasado y regocijémonos hoy en el Dios que, aunque a menudo oculto, nos
ha sostenido en la fe ante Él, actuando en nuestro corazón para moldearnos para
la alabanza de Su gloria.
Dios les bendiga
abundantemente.
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