CADA
DÍA CON DIOS
Santidad
Total.
El llamado de Dios es que seamos santos. 1 Pedro 1. 16 “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”
Dios
no quiere que solo seamos santos en algunas áreas de nuestra vida. Dios quiere
que seamos santos en toda nuestra manera de vivir. 1 Pedro 1. 15 “sino, como
aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera
de vivir;”
Son
los anhelos de los viejos deseos que teníamos antes de conocer de Cristo los
que dañan nuestra santidad. 1 Pedro 1. 14 “como hijos obedientes, no os
conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;”
La
lepra era una enfermedad en la piel que hacia impura o inmunda a la persona
que la tenía. Levítico 13. 3 “Y el sacerdote mirará la llaga en la piel
del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga
más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le
reconocerá, y le declarará inmundo.”
La
purificación del que tenía lepra era todo un ritual muy interesante debía ofrecerse
dos aves. Levítico 14. 4 “El sacerdote mandará luego que se tomen para el que
se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo”
Una
de las aves debería morir para extraérsele la sangre. Levíticos 14. 5 “Y
mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas
corrientes”
El
significado de este ritual es algo que la Biblia no lo explica muy claro. El
enfermo debería ser rociado con la sangre siete veces. Esto tal vez significaba
que lo único que nos puede purificar es la sangre de Jesucristo. 1 Juan 1. 7
“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros,
y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
La
segunda ave debería ser dejada en libertad. Levíticos 14. 7 b “y soltará la
avecilla viva en el campo.” esto tal vez significaba que ahora el enfermo era
libre.
El
único que hoy nos puede hacer libres es Jesucristo, antes estábamos esclavos
del pecado. Juan 8. 34 “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os
digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.”
Para
que la santidad sea total no basta con santificarnos de manera personal también
es necesario purificar nuestra casa. Levítico 14. 38 - 40 “el sacerdote saldrá
de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa por siete días. Y al
séptimo día volverá el sacerdote, y la examinará; y si la plaga se hubiere
extendido en las paredes de la casa, entonces mandará el sacerdote, y
arrancarán las piedras en que estuviere la plaga, y las echarán fuera de la
ciudad en lugar inmundo.”
Una
de las mejores formas que tenemos para purificar nuestra casa es haciendo de
ella un altar de Adoración. Qué bueno que siempre podamos reunirnos con nuestra
familia para estudiar juntos la Palabra de Dios y elevar oraciones y alabanzas
a Jesucristo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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