CADA
DÍA CON DIOS
Limpiando
el Corazón
En la antigüedad la lepra era una enfermedad demasiado grave cobraba multitud de vidas y sobre todo cada persona enferma debía ser aislada del resto de personas del pueblo. Levíticos 13. 46 “Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada”
Otra
característica de esta enfermedad es que causaba insensibilidad en el órgano
que la padecía.
La
insensibilidad era tal que la persona enferma podía lastimarse y no darse
cuenta ya que no podía sentir dolor.
En
estos tiempos ya no es tan común la lepra en el cuerpo, pero si podríamos decir
que los seres humanos padecemos otro tipo de lepra. La lepra en el corazón.
Síntomas
de la lepra en el corazón.
1. Endurecimiento
del corazón. Uno de los síntomas de un corazón endurecido es que la capacidad
de amar se va acabando. Mateo 24. 12 “y por haberse multiplicado la maldad, el
amor de muchos se enfriará”
Cada
vez tenemos más excusas para odiar que para amar, nos acordamos con más
facilidad de lo malo que nos hacen y se nos olvida rápidamente lo especiales
que son ciertas personas.
2. Envidia.
Salmos 73. 2 - 3 “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco
resbalaron mis pasos; Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la
prosperidad de los impíos.” Cuando la lepra empieza a contaminar el corazón nos
sentimos mal por el progreso de los demás.
Ese
sentimiento de envida envenena el alma haciendo que la persona cada vez se sienta
más desanimada y sin ganas de avanzar.
3. Amargura.
Hebreos 12. 15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de
Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos
sean contaminados.” Una persona amargada no puede disfrutar de lo que tiene,
todo le parece mal.
La
amargura daña las buenas relaciones y el ambiente donde la persona amargada se
encuentra.
4. Habla
mal de los demás. Santiago 4. 11 “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros.
El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la
ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.” La
persona que habla mal de los demás por lo general siempre se queda sola, es
totalmente aislada como cualquier persona con lepra.
5. Inconforme
con lo que es o con lo que tiene. Hebreos 13. 5 “Sean vuestras costumbres sin
avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé,
ni te dejaré.” Debemos estar contentos con lo que tenemos.
Esto
no significa que debemos ser conformistas, debemos estar contentos con lo que
tenemos mientras luchamos por conseguir algo mejor.
6. Juzga
a los demás. Mateo 7. 1 “No juzguéis, para que no seáis juzgados.” Los
prejuicios hacen que miremos mal a los demás y los despreciemos.
No
hablemos mal de los demás sin conocer lo suficiente a la persona, muchas veces
las apariencias engañan.
7. Se
cree menos que los demás. Job 25. 6 “¿Cuánto menos el hombre,
que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano?” El menospreciarse hace
que vivamos en amargura e infelicidad.
Todos
somos importantes pero diferentes, no tratemos de parecernos a los demás cada
uno tiene algo que los demás no tienen y
eso es lo que nos hace especiales.
Como
quitar la lepra del Corazón.
1. Permitiendo
que Jesucristo nos dé un nuevo corazón. Ezequiel 36.26 “Os daré corazón nuevo,
y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” Nuestro corazón muchas veces
ya está demasiado dañado, por mucho que tratamos de cambiar no podemos.
Solo
si Jesucristo nos da un nuevo corazón podremos vivir en alegría y verdadera
Felicidad.
2. Tratando
a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros. Mateo 7. 12 “Así que,
todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también
haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Antes de
juzgar o tratar mal a alguien piensa que eso mismo recibirás de los demás.
Todo
lo que sembramos es lo que cosechamos, si sembramos odio no podemos cosechar
amor.
Todos
los seres humanos tendemos a meter a nuestro corazón cosas que nos contaminan
que nos hacen actuar de manera incorrecta, los problemas, las decepciones y
muchas otras cosas dañan nuestro corazón. Solo Jesucristo y nuestra disposición
pueden sanar nuestro corazón
Dios
les bendiga abundantemente.
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