CADA
DÍA CON DIOS
Es
Necesario Limpiarnos
Con el pasar del tiempo por lo general el polvo o la basura se va a cumulando.
Ese
polvo acumulado hace que las cosas se deterioren. Es por eso que es necesario
Limpiar.
Cada
vez que una mujer daba a luz a un bebe quedaba impura por dentro. Levíticos 12:
2 “Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz
varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será
inmunda.”
Al
nacer el niño la mujer queda con residuos de sangre muerta que pueden causar su
muerte, enfermedad o malformación de su vientre.
La
única forma de evitar cualquiera de esas consecuencias era necesario que
entrara en un proceso de purificación que en total duraban cuarenta días. Levíticos
12. 4 “Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre;
ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos
los días de su purificación.”
Este
periodo de tiempo conocido más comúnmente como dieta es necesario para que la
mujer pueda extraer todos los residuos de sangre, siendo necesario muchas veces
utilizar masajes fuertes sobre el estómago con el fin de extraer toda la sangre
acumulada.
Nuestra
condición de hombre es de impureza es por eso que es necesario que aprendamos a
limpiarnos de adentro para afuera. Y la única forma que tenemos para lograrlo
es a través:
1.
De la sangre viva de Jesucristo. Él nos limpia de adentro para afuera. 1 Juan 1.
7 “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” Nuestro
comportamiento externo está dirigido por nuestro ser interior.
Nuestra
boca habla de lo que hay en nuestro corazón. Mateo 12. 34 “¡Camada de
víboras! ¿Cómo pueden hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia
del corazón habla la boca.”
Si
en nuestro corazón hay envidia, amargura o alegría eso es lo que transmitimos a
los demás.
2.
De la palabra de Dios. Juan 15. 3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado.” La Palabra tiene el poder no solo de limpiarnos, también a
través de ella seremos personas de éxito es decir todo lo que hagamos nos
saldrá bien. Josué 1. 8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley,
sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a
todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y
todo te saldrá bien”
Si
queremos sentir la presencia de Dios en nuestra vida es necesario primero
purificar nuestro corazón. Mateo 5. 8 “Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios.”
Si
queremos que nuestros actos sean buenos es necesario dejar que Jesucristo
limpie nuestro corazón. Nuestros actos son el reflejo de lo que tenemos dentro
de nuestro ser. Si estamos inmundos por dentro también lo estaremos por fuera.
Lucas 6. 45 “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el
hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia
del corazón habla la boca.”
3. Reconociendo
que somos impuros, que somos pecadores. Romanos 3. 9 “¿Qué, pues? ¿Somos
nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y
a gentiles, que todos están bajo pecado.” Nadie puede limpiar algo que no
reconoce que está sucio.
El reconocer
nuestra imperfección nos debe llevar a buscar un cambio para cada día mejorar
como persona y en lo que hacemos.
La
única forma de conseguir la perfección es a través de la corrección. Sin
corrección no hay perfección.
Todos
los seres por naturaleza somos pecadores y es necesario que estemos dispuestos
a dejarnos limpiar por Jesucristo. Solo él lo puede hacer, en nuestras fuerzas
solo limpiamos lo que nos conviene.
Dios les bendiga abundantemente.
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