CADA
DÍA CON DIOS
Un
Encuentro con Dios.
Todos podemos decir que tenemos muy buenos amigos o al menos los hemos tenido.
Imaginemos
por un momento. Sería posible que alguien tenga un muy buen amigo, que hable
muy bien de él pero que nunca haya estado junto a él.
Sería
como algo absurdo considerar que tenemos un muy buen amigo pero que nunca hemos
tenido un encuentro.
Esto
mismo sucede con muchos cristianos. Hablan maravillas de Jesucristo y de sus
milagros, conocen la Biblia pero nunca han tenido un encuentro con Dios.
Jacob
era un hombre engañador estaba huyendo de su hermano Esaú por haberlo engañado
y robarle la primogenitura y la bendición de su padre.
Jacob
estaba cansado, estaba durmiendo de manera incomoda con una piedra como
cabecera, pero sin darse cuenta estaba propiciando un momento especial de
intimidad con Dios ahí en ese lugar apartado del bullicio que generan las
multitudes. Génesis 28. 11 “Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya
el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su
cabecera, y se acostó en aquel lugar.”
A
pesar de su vida desordenada en esa quietud de la noche tuvo un encuentro
maravilloso con Dios. Génesis 28. 12 “Y soñó: y he aquí una escalera que estaba
apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios
que subían y descendían por ella.”
Jacob
no sabía que Dios estaba a su lado. Génesis 28. 16 “Y despertó Jacob de su
sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.” Hay
muchas personas que estando en el templo a la hora del culto no sienten la
presencia de Jesús simplemente porque no creen a las promesas de Dios. Mateo
18. 20 “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo
en medio de ellos.” La presencia de Dios no depende de los demás ni tampoco del
templo Jesús esta donde están dos o tres; el disfrutar su presencia depende de
tu disposición a quererlo sentir.
Jacob
no estaba acostumbrado a este tipo de encuentros con Dios tanto que se asustó
de su presencia. Génesis 28. 17 “Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este
lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”
Pero
Jacob no era el único que no podía disfrutar de la presencia de Dios. Cuando
Jesús resucitó se apareció en el camino a unos de sus seguidores, pero no lo
pudieron reconocer. Lucas 24. 13 - 16 “Y he aquí, dos de ellos iban el mismo
día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén,
e iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían
acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús
mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban
velados, para que no le conociesen.”
Las
ocupaciones y las preocupaciones muchas veces no nos permiten disfrutar de la
presencia de Jesucristo en nuestra vida. Lucas 10. 40 - 41 “Pero Marta se
preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado
que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con
muchas cosas.”
Para
poder sentir la presencia de Dios es necesario anhelarlo, desearlo con todo el
corazón. Cuando el Rey David iba al templo anhelaba poder contemplar la
hermosura de Dios es por eso que él se deleitaba en su presencia.
Salmo
27. 4 “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de
Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y
para inquirir en su templo.”
Solo
si logramos deleitarnos en su presencia lograremos que él nos conceda todas las
peticiones de nuestro corazón. Salmo 37. 4 “Deléitate asimismo en Jehová, Y él
te concederá las peticiones de tu corazón.”
Dispongamos
nuestro corazón para escuchar y para ver a Jesucristo a través de la oración,
no dejemos que las preocupaciones o el que dirán de la gente, nos impidan disfrutar de su maravillosa presencia.
Dios les bendiga abundantemente.
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