UN MOMENTO CON DIOS
Todo enemigo será derrotado
“Sobre el león y el áspid
pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre” (Salmos 91. 13 - 14)
En 1 Pedro 5. 8 y Apocalipsis
12. 9 se describe al enemigo del alma utilizando la metáfora de que este es
encarnado en el león la serpiente y el dragón. Deseando nuestro mal y
destrucción, querrá hacernos caer, pero es ya un enemigo vencido. El salmo 91
en este versículo es la continuación de esa promesa de protección, que, a pesar
de ser respaldada en esa metáfora, aconteció de manera real en varios capítulos
de las Escrituras: ¿Dios protegió al pueblo de Israel de la mordedura de la
serpiente? ¿No es cierto que Daniel no fue tocado por ninguno de los leones en
el foso? ¿No derrotó Sansón a un león? ¿No se enfrentaba David a los leones
mientras cuidaba las ovejas? Los misioneros que trabajan en la selva pueden
contarte mil y una historias de cómo Dios los ha cuidado de serpientes y
animales diversos. Así que podemos tomar este versículo tanto de manera literal
como figurada.
El conocimiento del Señor
mediante su palabra y en oración nos conduce a la liberación que sólo él nos
concede. Es un premio que él nos otorga como respuesta a nuestra fe.
Este conocimiento es un don de
la gracia, y el Señor lo convierte en la razón por la que Él concede otro don
de la gracia, es decir, poner en alto. Colocarnos en las alturas, nos permite
escapar de la tentación, de las trampas del cazador, de la peste destructora,
de la oscuridad. Esto es gracia sobre gracia. Cuando Dios nos pone en alto, el
mismo enemigo no puede derribarnos.
Dios les bendiga
abundantemente.
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