UN MOMENTO CON DIOS
Dios es la roca donde
refugiarnos
“Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto”. (Salmos 27. 5)
Sabemos por experiencia
propia, confirmada en la Palabra de Dios, que el camino de la vida, tendrá
fuertes pruebas, circunstancias apremiantes y dificultades de toda clase,
espiritual, material, emocional. De esos momentos se originó el clamor de David
en el Salmo 27 cuando en medio de la angustia pidió al Señor Su sagrado refugio
y oró clamando por un espacio de seguridad en Su “Templo”, es decir en la
morada de plenitud que ampara Su presencia, lugar de calma y de paz, que en el
Salmo 91, nos refiere a la sombra de resguardo y certeza, que solo el
Todopoderoso puede ofrecernos.
Del mismo modo, escribiendo a
la iglesia de Corinto, el apóstol Pablo enseñó que las tentaciones a las que
nos enfrentamos son las mismas tentaciones a las que se enfrentan los demás.
Pero Dios, fiel y misericordioso, cumple su promesa y no pondrá en nuestro
camino, una tentación para la que no tengamos las fuerzas suficientes para
resistir. De hecho, el apóstol nos confirma todo lo contrario: Cuando llegue
una tentación, Dios nos dará fuerzas para soportarla, de modo que podamos salir
de ella, victoriosos, renovados y transformados, siempre para gloria del Señor
(1 Corintios 10.13)
En un mundo convulsionado, con
la moral cada día más debilitada, y con la guerra constante contra la fe y la
necesidad vital del hombre de acercarse a Dios, anclemos nuestra esperanza, en
tantas maravillosas promesas, de confianza, de seguridad y de victoria, con las
que El Señor ha asegurado nuestro caminar.
Estamos en una guerra, y más
que material, espiritual. Como gladiadores de Dios, vistámonos con la armadura
de Su Palabra y luchemos con perseverancia y diligencia, y no olvidemos, que,
de nuestro lado, ya nuestro favor, pelea el guerrero más poderoso, El Señor que
hizo los cielos y la tierra.
No perdamos la fe, luchemos,
pues nuestra, en El Señor, será la victoria.
Dios les bendiga
abundantemente.
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