UN MOMENTO CON DIOS
Dios tiene lo mejor para nosotros
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”. (1 Corintios 2. 9)
Dios tiene maneras
sorprendentes de hacer las cosas. La Palabra de Dios nos señala que, como los
cielos de la tierra, así de altos son los pensamientos del Señor, y en esa
misma medida de altura insondable, su prudencia y sabiduría, sobre las
nuestras. (Isaías 55. 9)
Y es que El Señor, antes
incluso, de que cada uno de sus hijos nazca, ya ha preparado cosas maravillosas
para cada uno de ellos. Sin embargo, esto es difícil de entender cuando se
trata del dolor y el sufrimiento, que puede invadir nuestro corazón ante una
dificultad. Por mucho que comprendemos que Dios “tiene un propósito para todas
las cosas bajo el cielo” (Eclesiastés 3), cuando llegan las pruebas, nuestra
actitud no es la mejor: llegamos a quejarnos, o nos desanimamos o podemos caer
en la tentación de tirar la toalla y rendirnos.
Es decir, perdemos la
confianza en que Dios actúa. En esos momentos, debemos recordar la sabiduría de
la revelación que a través de la Palabra nos dice: “En el mundo tendréis
aflicciones, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16. 33). También
debemos tener presente que el “mundo está en el maligno” (1 Juan 5. 19), es
decir, que aquí nos afligen toda clase de varones causados por nuestro
enemigo, y por el propio hombre, cuyo corazón, por su propia naturaleza
pecaminosa en su origen, hace que esté lleno de maldad. Ese corazón sólo es
corregido y purificado por la búsqueda y actuación de Dios en cada uno de
nosotros.
Y de allí la conclusión de
este pensamiento: Si los caminos del Señor son los más altos, y si sólo Él
puede purificar con Su gracia, la naturaleza fallida del hombre, junto a la
maldad del mundo, confiamos entonces, plenamente en Él, en Su justicia y en Su
amor.
El camino no será, como
orienta la sabiduría popular: “color de rosas”, será, por el contrario, estrecho
con pruebas a superar (Mateo 7. 14). Sin embargo, al dejarnos conducir por
aquel que todo lo conoce y que todo lo puede, tendremos la certeza de saber,
que aún en el valle de sombra, jamás estaremos perdidos, pues nuestro Padre nos
acompaña, para sorprendernos de nuevo, con su amor, con su fuerza y con su
auxilio.
Dios les bendiga
abundantemente.
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