CADA
DÍA CON DIOS
Agradecidos
con Dios
El agradecimiento con Dios o con cualquier persona debe ser mucho que tan solo de palabras.
Posiblemente
ser agradecidos con alguien aquí en la tierra es mucho más fácil ya que es
alguien que vemos y que de manera material podemos agradecer.
Ya
que a Dios no lo vemos creemos que nuestro agradecimiento se debe limitar tan
solo a palabras y nada más.
La
mayoría de nosotros los cristianos somos muy agradecidos tan solo de boca
Jesucristo
quiere que seamos agradecidos con él por todo lo que ha hecho por nosotros,
pero quiere que nuestro agradecimiento también se vea reflejado de manera
material.
Mientras
la obra de Dios se haga aquí en la tierra se necesita recursos económicos para
construir templos, arrendar locales, pagar servicios o salarios.
Dios
solicita ofrenda para su obra aquí en la tierra, pero solo de los Generosos de
Corazón. Éxodo 35. 4 - 5 “Y habló Moisés a toda la congregación de los hijos de
Israel, diciendo: Esto es lo que Jehová ha mandado: Tomad de entre vosotros
ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón la traerá a Jehová; oro, plata,
bronce,” Dar con dolor y con tacañería en lugar de transmitir bendición
transmite maldición.
El
contribuir y el hacer la obra de Dios es de personas sabias. Éxodo 35. 10 “Todo
sabio de corazón de entre vosotros vendrá y hará todas las cosas que Jehová ha
mandado:” Contribuir para la obra de Dios es invertir en nosotros mismos ya que
Jesucristo se encarga de multiplicar lo que queda con nosotros. Mateo 19. 29 “Y
cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o
mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará
la vida eterna.”
Solo
las personas agradecidas contribuyen de buena voluntad. Éxodo 35. 21 “Y vino
todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio
voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión y para
toda su obra, y para las sagradas vestiduras.” Dar de manera voluntaria genera
bendición y multiplicación, no es lo que damos es lo que Dios hace con lo que damos.
Lo
que vallamos a recibir o a cosechar el día de mañana depende de lo que
sembremos hoy. La cuantía de la cosecha depende de la cuantía de la
siembra. 2 Corintios 9. 6 “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará.”
Del
amor que siembres en los demás y en especial en nuestra familia es el que
recibiremos el día de mañana, si estamos
esperando a jubilarnos para tener tiempo, para nuestros hijos porque ahora estamos
muy ocupados trabajando, el día de mañana cuando busquemos a nuestros hijos
ellos ya no tendrán tiempo para nosotros, también estarán muy ocupados
trabajando.
Lo
que sembremos es lo que cosechamos, no podemos cosechar amor si lo que sembramos
fue odio, no podemos cosechar tiempo cuando nunca lo sembramos en nuestra
familia. Gálatas 6. 7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará.”
El
sembrar y el cosechar no solo tiene que ver con dinero. De todo lo que
sembremos es lo que cosecharemos. Recordemos que la ley de la siembra consiste
en que si sembramos un grano jamás vamos a cosechar el mismo grano. Siempre
cosecharemos multiplicado lo que sembremos.
Dios
ama al dador alegre. 2 Corintios 9. 7 “Cada uno dé como propuso en su corazón:
no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
Solo
a medida que uno da es como también recibe. Lucas 6. 38 “Dad, y se os dará;
medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque
con la misma medida con que medís, os volverán a medir.”
El
generoso siempre piensa en generosidades y por eso será exaltado, el rico
generoso entre más rico cada día es más rico. Y el pobre generoso al ser
exaltado cada día sale más de su pobreza. Isaías 32. 8 “Pero el generoso
pensará generosidades, y por generosidades será exaltado.”
Si
no nos gusta lo que hasta hoy estamos cosechando entonces consideremos el
cambiar lo que estamos sembrando. El qué sembrar y el qué cosechar es nuestra
decisión. Dios solo nos hace la sugerencia de cómo hacerlo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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