TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; más nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria”. Salmo 20. 7.
Que
fácil resulta que confiemos en nuestras propias fuerzas, en lo que
estudiamos, en nuestro buen trabajo, hasta en nuestros amigos.
Y es que resulta más sencillo confiar en lo que vemos o en aquello que
tenemos, que en simples promesas, así vengan estas de DIOS, estén escritas en
la Biblia o las haya pronunciado el mismo Cristo.
Muchos
predican de la vida cristiana, como una vida sin problemas llena de abundancia.
¿Pero no ha sentido alguna vez que la vida cristiana no es tan buena como se
predica? Que no hay tanta abundancia, y muchas veces hay problemas
que nos aquejan.
A
todos alguna vez nos pasó de pensar eso, es un proceso que debemos pasar todos
aquellos que experimentamos el amor de DIOS.
La razón es la siguiente, en la vida cristiana tenemos la idea que debemos
esforzarnos en realizar lo que DIOS manda, dicho sea de otra forma, nos
afanamos en complacer a DIOS en lo que consideramos que es hacer su voluntad.
Trabajamos más en la iglesia, nos preparamos lo mejor que podemos, leemos
mucho la Biblia, bueno hasta oramos, y como resultado de ese esfuerzo tenemos
una vida gris, cargada de problemas y frustraciones, ah y no solo eso, además
tenemos una terrible soledad
espiritual.
El
salmo 20 dice en el versículo 7: “Estos confían en carros y aquéllos en
caballos”
Así estamos nosotros, antes de ser cristianos vivíamos confiando en cualquier
cosa, y si teníamos que tomar alguna decisión, pensábamos en si nos
convenía o resultaba ser positivo y bueno para nuestro provecho.
Pero llegó un momento en que nos convertimos en cristianos, y en teoría nuestra
vida debía cambiar, debía ser diferente, debía ser distinta, pero no fue
así.
El
secreto entonces es, no esforzarse en vivir la vida cristiana, sino dejar que
Cristo viva en nosotros, y permitir que Cristo nos use.
Un cristiano carnal, piensa que su fuerza de voluntad es importante para
lograr buenos resultados. Sigue siendo él, su yo no ha muerto.
El cristiano espiritual es un nuevo ser. “De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.”
(2
de Corintios 5.17). En éste cristiano sí hay cambio.
De
esa manera nuestra vida cristiana tendrá el gozo y la felicidad que tanto
anhelamos.
Dios les bendiga abundantemente.
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