viernes, 20 de noviembre de 2020

Tiempo... Salmo 139. 17 - 18

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

 “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena…”. Salmo 139. 17 – 18.

 

Dios tiene mucho tiempo libre. Puesto que Él existe “desde la eternidad hasta la eternidad,” a Él no le falta el tiempo para hacer todo lo que quiera hacer (Salmo 90. 2).

Así que, ¿qué hace Dios con Su tiempo?
¿En qué ocupa Su tiempo el Dios de todas las cosas?
¿En qué piensa?
Bueno, Él piensa en los que ama.

Una de las maneras en las que sabemos que estamos enamorándonos de alguien es que pensamos en esa persona todo el tiempo; no nos lo podemos sacar de nuestra mente. El estar enamorado es casi sinónimo de pensar siempre en alguien: dónde está, qué está haciendo y todo lo referente a su personalidad.

El amor de Dios es tan poderoso. Su deseo de cercanía eterna con nosotros es tan apremiante, que estuvo dispuesto a renunciar a todo lo que es más valioso para Él con el fin de restablecer con nosotros la relación que estaba perdida.

Si llevaras una cuenta de todos los pensamientos que Dios tiene acerca de ti, serían tantos como los granos de arena que hay en todas las playas y en todos los desiertos del mundo.

¡Siempre estamos en Su mente! Constantemente piensa en nosotros. Nunca tenemos que preocuparnos de que nos olvide.

Es posible que nuestra vida dé giros inesperados, o quizás nos encontremos en solitarios lugares desérticos, pero no importan las condiciones o qué tan desesperante la vida parezca ser, Dios siempre nos tiene presente. Nada respecto a nuestra vida se escapa de Su atención. Él está perpetuamente consciente de nosotros.

¿Alguna vez nos hemos sentido olvidados y abandonados por Dios?
¿Con cuánta facilidad creemos que una madre se olvida de su hijo?
Si escribiéramos el nombre de alguien en las manos, ¿con cuánta frecuencia lo recordaríamos?
La Biblia dice que Dios se siente bien cuando piensa en nosotros.
Cuando dio un paso atrás para examinar lo que había hecho en el principio cuando creó a Adán y a Eva, Su comentario respecto a todo esto, y especialmente acerca de nosotros como la parte  preeminente de la creación, fue que “era bueno en gran manera”. (Génesis 1. 31).

Este conocimiento de lo que siente Dios por nosotros choca con una idea equivocada que puede causarnos muchos problemas en nuestro caminar con el Señor.

Muchas personas creen, de manera equivocada, que Dios está fundamentalmente disgustado con los seres humanos, que en realidad no le simpatizamos por lo malos que somos.

Es verdad que Él aborrece el pecado mortal en nuestra vida, pero Él lo odia por lo que éste nos hace a nosotros.

Las reflexiones acerca de nosotros lo hacen feliz. Algunas veces Él  celebra silenciosamente; otras veces, cuando piensa en nosotros, su regocijo toma la forma de exclamaciones a gran voz en los cielos e incluso hasta hay algunos bailes. “El Señor tu Dios está en medio de ti, guerrero victorioso; se gozará en ti con alegría, en su amor guardará silencio, se regocijará por ti con cantos de júbilo”.  Sofonías 3. 17.

Dios les bendiga abundantemente.

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