TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena…”. Salmo 139. 17 – 18.
Dios
tiene mucho tiempo libre. Puesto que Él existe “desde la eternidad hasta la
eternidad,” a Él no le falta el tiempo para hacer todo lo que quiera hacer
(Salmo 90. 2).
Así
que, ¿qué hace Dios con Su tiempo?
¿En qué ocupa Su tiempo el Dios de todas las cosas?
¿En qué piensa?
Bueno, Él piensa en los que ama.
Una
de las maneras en las que sabemos que estamos enamorándonos de alguien es que
pensamos en esa persona todo el tiempo; no nos lo podemos sacar de nuestra
mente. El estar enamorado es casi sinónimo de pensar siempre en alguien: dónde
está, qué está haciendo y todo lo referente a su personalidad.
El
amor de Dios es tan poderoso. Su deseo de cercanía eterna con nosotros es tan
apremiante, que estuvo dispuesto a renunciar a todo lo que es más valioso para
Él con el fin de restablecer con nosotros la relación que estaba perdida.
Si
llevaras una cuenta de todos los pensamientos que Dios tiene acerca de ti,
serían tantos como los granos de arena que hay en todas las playas y en todos
los desiertos del mundo.
¡Siempre
estamos en Su mente! Constantemente piensa en nosotros. Nunca tenemos que
preocuparnos de que nos olvide.
Es
posible que nuestra vida dé giros inesperados, o quizás nos encontremos en
solitarios lugares desérticos, pero no importan las condiciones o qué tan
desesperante la vida parezca ser, Dios siempre nos tiene presente. Nada
respecto a nuestra vida se escapa de Su atención. Él está perpetuamente
consciente de nosotros.
¿Alguna
vez nos hemos sentido olvidados y abandonados por Dios?
¿Con cuánta facilidad creemos que una madre se olvida de su hijo?
Si escribiéramos el nombre de alguien en las manos, ¿con cuánta frecuencia lo
recordaríamos?
La Biblia dice que Dios se siente bien cuando piensa en nosotros.
Cuando dio un paso atrás para examinar lo que había hecho en el principio
cuando creó a Adán y a Eva, Su comentario respecto a todo esto, y especialmente
acerca de nosotros como la parte preeminente de la creación, fue que “era
bueno en gran manera”. (Génesis 1. 31).
Este
conocimiento de lo que siente Dios por nosotros choca con una idea equivocada
que puede causarnos muchos problemas en nuestro caminar con el Señor.
Muchas
personas creen, de manera equivocada, que Dios está fundamentalmente disgustado
con los seres humanos, que en realidad no le simpatizamos por lo malos que
somos.
Es
verdad que Él aborrece el pecado mortal en nuestra vida, pero Él lo odia por lo
que éste nos hace a nosotros.
Las
reflexiones acerca de nosotros lo hacen feliz. Algunas veces Él celebra silenciosamente; otras veces, cuando
piensa en nosotros, su regocijo toma la forma de exclamaciones a gran voz en
los cielos e incluso hasta hay algunos bailes. “El Señor tu Dios está en medio
de ti, guerrero victorioso; se gozará en ti con alegría, en su amor guardará
silencio, se regocijará por ti con cantos de
júbilo”. Sofonías 3. 17.
Dios les bendiga abundantemente.
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