TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.” (Lucas 5. 4 – 5).
Dios
ha dado a todo cristiano la gracia de creer en Dios, la de confiar, depender y
esperar en Dios, la de tener fe en Dios, solo que algunos no estamos
practicando ni usando el lenguaje de la fe.
Tener
un lenguaje de fe asume un precio paralelo que ha de pagarse. Implica vida
de santidad, vida de obediencia, vida de oración, vida de trabajo,
practica de amor, y entrega a Dios.
Aquí
está el meollo del asunto, mejor dicho, aquí está el vacío que
causa la incredulidad cristiana, la esterilidad espiritual, la débil visión y
el poco anhelo por crecer. Esto lo comprueba Jesús al señalar a sus
doce discípulos que aunque habían estado cerca de Jesús más de 3 años, habían
escuchado y conocido toda la enseñanza de Jesús, aunque habían dejado todo por
seguir a Jesús, pero si no creían en la persona y palabras de Jesús,
si no tenían fe a tal grado de caminar en esa dimensión, no podrían hacer lo
que Jesús les mando hacer. Jesús está probando la fe y la capacidad de
liderazgo de los discípulos, pero ellos aún no daban muestra de ser
líderes.
La
Biblia ofrece miles de promesas, y lo sabemos muy bien, pero lo más terrible es
que no la creemos. Este tipo de incredulidad cristiana y
dureza de corazón enfermiza es lo que impide que impactemos al
mundo, crezcamos en Cristo y cumplamos el deseo de Dios.
El
pueblo de Israel no solo creyó a Dios y su Palabra cuando
les dijo que si daban vueltas alrededor de la ciudad de Jericó, el muro caería
y la ciudad seria derrotada.
Dios
les había dicho que ya había entregado en sus manos la ciudad, ellos solo
debían creer, caminar en la dimensión de la fe, actuar en el lenguaje del
Espíritu, la fe, y obedecer seguros que el triunfo era un hecho ya.
¿No
será que nos hace falta caminar en el lenguaje de la fe? ¿No será necesario
como los discípulos, creer más en Jesús, sus palabras y promesas, en
vez de dudar y ser incrédulos?
DIOS
ya nos aseguró que en Él todo lo podemos hacer, pero es necesario
creerle, si creerle y quien le cree obedece cada detalle de
sus planes para nosotros.
La
incredulidad es un pecado, pidamos perdón a DIOS y creamos más en DIOS al
obedecer Su palabra.
En
el lenguaje de la fe se sueña en grande, se vive en grande se trabaja en
grande.
Dios les bendiga abundantemente.
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