domingo, 20 de abril de 2025

Un momento... Un mensaje de esperanza

 


UN MOMENTO CON DIOS

Un mensaje de esperanza

 

 “—¡María! —dijo Jesús. Ella giró hacia él y exclamó: —¡Raboní! (que en hebreo significa “Maestro”). —No te aferres a mí —le dijo Jesús—, porque todavía no he subido al Padre; pero ve a buscar a mis hermanos y diles: “Voy a subir a mi Padre y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes”. María Magdalena encontró a los discípulos y les dijo: «¡He visto al Señor!». Y les dio el mensaje de Jesús”. (Juan 20. 16 – 18 )

 

Esta es una de las escenas más conmovedoras del Evangelio. María Magdalena, afligida por la muerte de Jesús, se encuentra frente a una tumba vacía. Sus lágrimas y confusión reflejan la desesperación humana ante la pérdida y el sufrimiento. Sin embargo, en medio de su tristeza, algo extraordinario sucede.

Jesús le dice: "María." Es en ese momento, al escuchar su nombre pronunciado por Jesús, que María lo reconoce. Este pasaje nos recuerda que, en nuestras propias vidas, a menudo estamos tan atrapados en nuestro dolor y problemas que no podemos ver lo que está justo frente a nosotros. La voz de Jesús nos llama por nuestro nombre, reconociendo nuestra identidad y valor, y nos invita a ver más allá de nuestro sufrimiento.

María responde: "Raboní" (que significa "Maestro"). Esta respuesta refleja una relación profunda e íntima con Jesús. No lo reconoce solo como un maestro, sino como su maestro personal. En nuestras propias vidas, este pasaje nos anima a buscar una conexión íntima con Jesús, a reconocer que somos conocidos y amados profundamente por Él.

Nos invita a reflexionar sobre la importancia de la fe en Jesucristo, de una relación profunda y genuina con Cristo. Esto nos guía hacia una fe sólida y verdadera, capaz de otorgarnos vida eterna y esperanza.

Luego, Jesús le da una misión a María: "Ve a mis hermanos y diles: 'Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.'" En este encargo, María se convierte en la primera mensajera de la resurrección. Esto es un recordatorio poderoso de que todos estamos llamados a compartir la esperanza y el amor que hemos encontrado. No importa quiénes seamos o cuál sea nuestra situación, cada uno de nosotros tiene un papel en la difusión del mensaje de esperanza.

Todos somos importantes para trasmitir este maravilloso mensaje de vida y esperanza que el Señor Jesucristo ganó en la cruz. Aleluya.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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