UN MOMENTO CON DIOS
Nuestra vida un testimonio
“Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos”. (Deuteronomio 31. 10 -11)
¡Qué vida la de Moisés! Por el
decreto de Faraón, debería haber sido asesinado al nacer. Sin embargo, gracias
a la intervención de Dios ya la fiel desobediencia de las parteras, de la madre
y de la hermana de Moisés, el futuro líder no solo sobrevivió; Fue adoptado por
la hija de Faraón y criado como príncipe. Luego, su historia dio otro giro: el
propio Moisés eligió la desobediencia fiel, al ponerse del lado de sus
compatriotas y luchar contra Faraón para liberarlos de la esclavitud. Más
tarde, tras décadas de vagar por el desierto, la peregrinación de Israel estaba
casi llegando a su fin, al igual que los días de Moisés. La historia de su vida
nunca fue sobre él; se trataba de la fe en Dios transmitida de una generación a
otra.
Antes de que Josué fuera
comisionado para ser el nuevo líder, Moisés escribió el libro de la Ley para
que pudiera ser leído regularmente al pueblo; también escribió un cántico que
resonaría en sus corazones y mentes durante generaciones (Deuteronomio 31. 9 -
11, 21, 22). Como resultado, los israelitas que nunca conocieron a Moisés
conocerían al Dios que iba delante de ellos ya a quién pertenecían.
Sin importar en qué etapa de
nuestra vida o ministerio nos encontremos, ya sea al comienzo, a medio camino o
terminando nuestro trabajo, recordemos al Dios que dice: “Te he llamado por tu
nombre; mío eres tú” (Isaías 43. 1).
Dios les bendiga
abundantemente.
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