UN MOMENTO CON DIOS
Jesús la promesa cumplida
“Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán hueso alguno.” (Juan 19. 36)
Este versículo es una
referencia a la profecía del Antiguo Testamento en el libro de Éxodo, donde se menciona
que ningún hueso del cordero pascual debía ser roto. En el contexto del
Evangelio de Juan, se aplica a Jesús como el Cordero de Dios, cuyo sacrificio
perfecto y sin mancha cumple las profecías del Antiguo Testamento.
Juan 19. 36 nos invita a reflexionar
sobre la perfección y el cumplimiento de las promesas de Dios. La crucifixión
de Jesús no fue un accidente o un evento fortuito, sino que ocurrió exactamente
como Dios lo había planeado y profetizado siglos antes. Esto nos muestra la
soberanía de Dios sobre la historia y su fidelidad en cumplir sus promesas.
Además, destaca la importancia
de Jesús como el Cordero de Dios. En la Pascua judía, el cordero era
sacrificado y su sangre aplicaba protección a las familias de Israel. Del mismo
modo, la sangre de Jesús, derramada en la cruz, nos ofrece perdón y redención.
Al meditar en esto, somos llamados a reconocer a Jesús como el cumplimiento de
la Pascua y a vivir en gratitud por su sacrificio.
Finalmente, nos recuerda que
nada en la vida de Jesús ocurrió por casualidad. Cada detalle, incluido el
hecho de que no se le quebró un hueso, estaba bajo el control y el propósito de
Dios. Esto nos da confianza en que Dios también tiene control y propósito en
nuestras vidas, incluso en los momentos de dolor y sufrimiento. Al confiar en
su soberanía, encontramos paz y esperanza.
Dios les bendiga
abundantemente.
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