UN
MOMENTO CON DIOS
En
las manos de Dios
“Se acercó Abraham y le dijo: ¿Destruirás al justo junto con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿Destruirás y no perdonaras a aquel lugar por amor a los cincuenta justos que están dentro de él?” (Génesis 18. 23 – 24)
¿Con
quién conversaba Abraham cuando intercedió para que Sodoma no fuera
destruida? Según la escritura ¡conversaba con Dios! Por eso, después de
mencionar la posibilidad de que en la impía ciudad apenas hubiera
cincuenta justos dice: “¿Matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean
tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el juez de
toda la tierra, ¿No harás justicia?
Abraham
lo llama «el Juez de toda la tierra». Y porque Abraham sabía que hablaba con el
Señor, y además sabía de su gran misericordia, decidió interceder por la impía
ciudad. “¿Había en Sodoma al menos cincuenta justos?”
«¡Cuarenta
y cinco?» «¡Cuarenta?»
Gradualmente fue bajando el número
hasta llegar a diez:
«No
se enoje ahora mi Señor; solo hablaré esta vez: quizá se encuentren allí diez.
“No la destruiré —respondió Jehová—, por amor a los diez” (vers. 32).
Y
hasta diez llegó, pensando quizá que la misericordia de Dios no podría llegar
más lejos.
¿Qué
habría sucedido si Abraham no se hubiera detenido en diez?
No
lo sabemos, pero esto si sabemos: de acuerdo al relato, solo había un justo en
Sodoma: su sobrino Lot, y Dios, en lugar de destruirlo con los impíos, lo
libro. Y no solo lo libro a él, sino también a su esposa, y a sus dos hijas.
¡Así
actúa el Juez de toda la tierra»!
¡Ese
es nuestro Señor y Dios; nuestro misericordioso Padre celestial!
Con
temor reverente, Abraham se atrevió a interceder por la degradada ciudad,
pensando quizá que, con su conducta, estaba ofendiendo a Dios. ¡Cuán equivocado
estaba!
De
su experiencia el patriarca aprendió de primera mano una preciosa lección que
todos aprendemos: Dios «no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan
al arrepentimiento» (2 Pedro. 3. 9).
Si
él, Abraham, estaba interesado en la salvación de los perdidos, ¡más interesado
estaba Dios!
Dios
nos llama a interceder también a nosotros, en esta sociedad, somos llamados a
clamar a Dios por los perdidos. Dios sigue buscando a aquellos que están lejos
de Él.
Dios
les bendiga abundantemente.
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