viernes, 19 de junio de 2020

Tiempo... 1 Corintios 13. 4 - 5



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.”
(1 Corintios 13.4 - 5)


¿Alguna vez hemos tratado de perdonar a alguien… y nos hemos dado cuenta de que no podemos hacerlo? Hemos clamado y orado por eso, y le hemos pedido a Dios que nos ayude, pero esas experiencias pasadas, cargadas de rencor, se rehúsan a irse.
Para acabar con ese tipo de situaciones por completo, es necesario que nuestro perdón se base en la fe, y no en los sentimientos. El verdadero perdón no tiene ninguna relación con la manera en que nos sentimos. Es un acto de la voluntad que está basado en la obediencia a Dios y en la fe en Él. Eso significa que una vez que hayamos perdonado a alguien, deberemos considerar a esa persona perdonada para siempre.
Entonces, de acuerdo con 1 Juan 1.9, creamos que hemos sido perdonados y limpiados del pecado del rencor, de toda injusticia relacionada con éste ¡y de cualquier recuerdo de haber sido agraviados!
¿Hemos escuchado alguna vez decir “Yo perdono, pero nunca olvido”? Eso es perdón de segunda clase que, como creyente, se supone que no debemos aceptar. Debemos perdonar de una manera sobrenatural: «así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo» (Efesios 4.32).
Debemos perdonar como Dios perdona para liberar, sin condiciones y para siempre, a la otra persona del sentimiento de culpa, y así restaurar las cosas como si nada hubiera sucedido. No sólo debemos perdonar, sino también olvidar lo que pasó.
Al hacerlo, algo sobrenatural ocurrirá en nuestro interior. El dolor ocasionado por esa experiencia desaparecerá. El poder de Dios borrará los efectos y  podremos olvidarlo de una vez por todas.
No nos convirtamos en “un contador” emocional, como los rencorosos que llevan cuenta de los agravios y ofensas que sufren. Aprendamos a perdonar y a olvidar, y accederemos a un nuevo mundo de bendiciones.
Dios les bendiga abundantemente.

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