UN MOMENTO CON DIOS
Obedecer a Dios en primer
lugar
“Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, Todos sus servidores serán impíos”. (Proverbios 12. 29)
A veces puede haber personas
que nos intimiden. Quizá actúen mediante la coacción o parezcan ejercer un
poder que podría doblegarnos. Así que, para caerles bien, podemos sentir la
tentación de hacer lo que nos digan, aunque lo que nos pidan no esté bien. Pero
comprendamos que lo que les mueve no es nuestro bienestar, sino una necesidad
impía de control que no se aplacará. Y, en última instancia, seguirlos nos
llevará por un camino destructivo (Proverbios 14. 12)
Esto era sin duda cierto para
el rey Nabucodonosor de Babilonia, que tenía el mayor ejército del planeta y
dirigía la superpotencia incontestable de la época. Nabucodonosor promulgó un
decreto por el que todos debían inclinarse ante la inmensa estatua de oro que
había erigido o serían ejecutados (Daniel 3). Tres hebreos de la multitud, Shadrach,
Meshach y Abednego, comprendieron que sólo se debía adorar a Dios. Así pues,
podían obedecer al Señor y ser condenados al horno de fuego o rendir homenaje a
Nabucodonosor y deshonrar a Dios.
Por supuesto, aquellos hombres
fieles honraron al Señor. Sí, fueron arrojados al fuego por ello, pero Dios los
libró milagrosamente de él. Y gracias a su valor, Nabucodonosor reconoció al
Dios de Israel.
Aunque es cierto que siempre
debes honrar a la autoridad (Romanos 13. 1), nunca debemos desvivirnos por ganarnos
el favor de la gente a costa de nuestra relación con Dios, sobre todo cuando nos
piden que hagamos cosas contrarias a Su Palabra. Sí, mantenernos firme contra
ellos puede causarnos problemas, pero obedezcamos al Padre y no temamos. Los
agresores van y vienen, pero el Señor es eterno, y siempre nos guiará por el
camino correcto.
Dios les bendiga
abundantemente.
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